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¿Hasta cuándo?

10 de septiembre de 2013

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Con dificultad, poco a poco, han ido saliendo adelante los más recientes intentos del líder norcoreano, Kim Jong Um,  y la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, de establecer vínculos que lleven a la distensión y den un chance a la paz en la península, pese al enorme obstáculo de las presiones de Estados Unidos a las fuerzas armadas de Seúl para mantener el estado de perenne tensión.

La propaganda mediática occidental ha llevado a mostrar hipotéticos videos de paracaidistas del Norte lanzándose sobre la capital del Sur y de Washington destruida por un ataque atómico de Pyongyang, con el fin de alimentar la histeria contra la República Popular Democrática.

Pero lo cierto es que después de haberse elevado hasta el máximo el clima en el que se avizoraba un estallido atómico, se ha logrado abrir nuevamente un ciclo de conversaciones, en el que se avanza para abrir nuevamente el complejo industrial de Kaesong, en la RPDC; volvió a instalar una línea de comunicación directa entre los principales dirigentes coreanos, y  habló sobre la reanudación de los encuentros familiares y la posibilidad de encuentros deportivos bilaterales.  Cuando uno pregunta hasta cuándo Estados Unidos permitirá este acercamiento, tiene en cuenta la ocupación permanente militar norteamericana en bases donde se asegura hay sofisticado armamento, incluso nuclear, y las continuas provocaciones al Norte, con el fin de provocar lógicas reacciones y el pretexto para el despliegue bélico y el mantenimiento de bases que apunten hacia China y Rusia, su principal objetivo.

No obstante, pienso que el incipiente diálogo entre las dos partes coreanas es un buen intento del gobierno seulita de, pese a estar muy atado a EE.UU., limitar fricciones, establecer una base comercial y mantener vínculos con la otra parte, que es también coreana y lees familiar, independientemente de las diferencias impuestas principalmente por la hasta ahora omnímoda presencia del imperialismo norteamericano.

Pero además de esta posibilidad de diálogo, Pyongyang ha tomado la iniciativa de proponer conversaciones directas con Washington y de que se reanuden las suspendidas hexapartitas, que tenían como sede a Beijing, con la presencia de ambas partes de Corea, Estados Unidos, Japón, Rusia y China.

Pero la propaganda imperial vuelve a hacer aparecer que la disposición de contactos diplomáticos directos es iniciativa occidental y no de la propia Pyongyang, Moscú y Beijing, y especula que en cualquier momento el Norte responda con el lanzamiento de un misil de medio alcance.

No hay que olvidar que la más reciente crisis en torno a la RPDC se desarrolló sobre el fondo de los ejercicios castrenses norteamericano-surcoreanos, a muy poca distancia de las costas norcoreanas, incluso con el lanzamiento de bombas por aviones estadounidenses, y la lógica respuesta del Norte de que se defendería con todo el armamento que posee, incluso el atómico.

Acto seguido Washington fortaleció aún más su dispositivo militar en Surcorea y alrededor de la RPDC. Y fue maniobrar para que el Consejo de Seguridad recrudeciera las sanciones a Pyongyang por el incumplimiento del acuerdo de no proliferación nuclear.

El país socialista declaró que no sería un país como Iraq, Afganistán o Libia, que por no contar con capacidad disuasiva fueron invadidos por Estados Unidos. Es decir, justificó su programa nuclear, considerarlo  una medida de defensa propia, con la que garantizaba su soberanía contra las políticas estadounidenses.

Por eso uno se pregunta hasta cuándo Estados Unidos permitirá a Seúl mantener este incipiente acercamiento entre ambas partes de Corea y el inicio de un clima de paz con el que está de acuerdo el pueblo de esa nación dividida por el Imperio.

Arnaldo Musa

Con dificultad, poco a poco, han ido saliendo adelante los más recientes intentos del líder norcoreano, Kim Jong Um,  y la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, de establecer vínculos que lleven a la distensión y den un chance a la paz en la península, pese al enorme obstáculo de las presiones de Estados Unidos a las fuerzas armadas de Seúl para mantener el estado de perenne tensión.

La propaganda mediática occidental ha llevado a mostrar hipotéticos videos de paracaidistas del Norte lanzándose sobre la capital del Sur y de Washington destruida por un ataque atómico de Pyongyang, con el fin de alimentar la histeria contra la República Popular Democrática.

Pero lo cierto es que después de haberse elevado hasta el máximo el clima en el que se avizoraba un estallido atómico, se ha logrado abrir nuevamente un ciclo de conversaciones, en el que se avanza para abrir nuevamente el complejo industrial de Kaesong, en la RPDC; volvió a instalar una línea de comunicación directa entre los principales dirigentes coreanos, y  habló sobre la reanudación de los encuentros familiares y la posibilidad de encuentros deportivos bilaterales.  Cuando uno pregunta hasta cuándo Estados Unidos permitirá este acercamiento, tiene en cuenta la ocupación permanente militar norteamericana en bases donde se asegura hay sofisticado armamento, incluso nuclear, y las continuas provocaciones al Norte, con el fin de provocar lógicas reacciones y el pretexto para el despliegue bélico y el mantenimiento de bases que apunten hacia China y Rusia, su principal objetivo.

No obstante, pienso que el incipiente diálogo entre las dos partes coreanas es un buen intento del gobierno seulita de, pese a estar muy atado a EE.UU., limitar fricciones, establecer una base comercial y mantener vínculos con la otra parte, que es también coreana y lees familiar, independientemente de las diferencias impuestas principalmente por la hasta ahora omnímoda presencia del imperialismo norteamericano.

Pero además de esta posibilidad de diálogo, Pyongyang ha tomado la iniciativa de proponer conversaciones directas con Washington y de que se reanuden las suspendidas hexapartitas, que tenían como sede a Beijing, con la presencia de ambas partes de Corea, Estados Unidos, Japón, Rusia y China.

Pero la propaganda imperial vuelve a hacer aparecer que la disposición de contactos diplomáticos directos es iniciativa occidental y no de la propia Pyongyang, Moscú y Beijing, y especula que en cualquier momento el Norte responda con el lanzamiento de un misil de medio alcance.

No hay que olvidar que la más reciente crisis en torno a la RPDC se desarrolló sobre el fondo de los ejercicios castrenses norteamericano-surcoreanos, a muy poca distancia de las costas norcoreanas, incluso con el lanzamiento de bombas por aviones estadounidenses, y la lógica respuesta del Norte de que se defendería con todo el armamento que posee, incluso el atómico.

Acto seguido Washington fortaleció aún más su dispositivo militar en Surcorea y alrededor de la RPDC. Y fue maniobrar para que el Consejo de Seguridad recrudeciera las sanciones a Pyongyang por el incumplimiento del acuerdo de no proliferación nuclear.

El país socialista declaró que no sería un país como Iraq, Afganistán o Libia, que por no contar con capacidad disuasiva fueron invadidos por Estados Unidos. Es decir, justificó su programa nuclear, considerarlo  una medida de defensa propia, con la que garantizaba su soberanía contra las políticas estadounidenses.

Por eso uno se pregunta hasta cuándo Estados Unidos permitirá a Seúl mantener este incipiente acercamiento entre ambas partes de Corea y el inicio de un clima de paz con el que está de acuerdo el pueblo de esa nación dividida por el Imperio.

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