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Halcones “humanitarios”

23 de julio de 2021

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En estos días que la gusanera revuelta pide a gritos desde Miami una intervención “humanitaria” de Estados Unidos contra Cuba, con aviones de guerra al frente, es bueno recordar que en agosto venidero tal procedimiento empleado por el gobierno norteamericano de entonces, el de William Clinton, y Alemania como principal aliado y gestor, destruyó Kosovo y dividió a Yugoslavia en 1999, además de crear un precedente para más guerras.

Así se intentó hacer con Siria, pero la disuasión rusa con el permiso de Damasco hizo fracasar tal intento, aunque no han dejado de agredir de diversas formas al sufrido y heroico pueblo.

Si nos remontamos a aquel momento, vemos como la denominada prensa objetiva no lo es en nada cuando es apoyar ínfulas belicistas de gran envergadura, como sucedió posteriormente con Iraq, con George W. Bush como mandatario.

El 24 de agosto del 2013, The New York Times informó que los asesores de seguridad del presidente Barack Obama -con Joe Biden como vicepresidente- “estudian la guerra aérea de la OTAN en Kosovo como un posible modelo para actuar sin mandato de Naciones Unidas en Siria.

Recordemos que tal guerra aérea no fue solo en Kosovo, sino que afectó a todo lo que era entonces Yugoslavia, destruyendo sobretodo la infraestructura civil de Serbia y sembrando también la debacle en Montenegro.

Acerca de Siria, el ex embajador de EE.UU. ante la OTAN, Ivo H. Dardear, sugirió que Obama podría argumentar la falsedad de las armas químicas utilizadas por el ejército sirio para intervenir bajo el pretexto de una emergencia sanitaria

En fin, la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Yugoslava destrozó un Estado soberano, separó la histórica provincia serbia de Kosovo y la transformó en un satélite de Estados Unidos.

Sin dudas, una violación del Derecho Internacional y una burla a los preceptos de las Naciones Unidas que expresa de modo claro que “todos los miembros se abstendrán en sus relaciones internacionales de la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o de cualquier otra manera inconsistente con los propósitos de las Naciones Unidas”.

Durante la década pasada, las potencias occidentales han inventado y promovido un “derecho a proteger” en un esfuerzo para soslayar la Carta de la ONU, con el fin de allanar el camino a guerras cuyo objetivo final es el cambio de régimen.

Su uso para derrocar a Gadafi en Libia demuestra esa realidad, mientras burla a la oposición rusa y china a cualquier futura maniobra semejante en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Nada extraño. Así actúan “humanitariamente” los halcones de la guerra que aún se mantienen al frente de las decisiones importantes, esas que cuestan muchas vidas y gran destrucción, no importa quien esté al frente de la gobernanza en Estados Unidos.

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