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Hacia una doctrina militar sudamericana

10 de abril de 2014

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La Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) sigue dando pasos efectivos en la búsqueda de una doctrina militar independiente y autónoma que realmente responda a los intereses y necesidades de los países sudamericanos, a la defensa de su soberanía, de los principios de no intervención y autodeterminación de cada país sin interferencia extranjera, alejándose de los dictados que también en esta esfera promulgó el gobierno de Estados Unidos bajo el pretexto de “la amenaza extracontinental chino-soviética” en los años de la llamada guerra fría.

No olvidar que las pretensiones del Pentágono se concretaron entonces en el titulado Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) suscrito en Río de Janeiro en 1947 y que tras ese nombre tan ostentoso como engañoso encubría los verdaderos propósitos de subordinar los ejércitos americanos a los planes estadounidenses de intervención y conjura contra los gobiernos que en América Latina y el Caribe no les fueran afines, con los cuales se decretaba la utilización de los ejércitos locales subordinados contra los gobiernos constitucionales respectivos.

La historia de Nuestra América, aun antes del TIAR, venía ya repleta de casos semejantes que se agudizaron y reiteraron con mayor frecuencia en la segunda mitad del siglo XX. Sus ejecutores, por lo general, fueron egresados de la Escuela de las Américas, establecida en la Zona del Canal estadounidense de Panamá, en cuyas bases radicaba el Comando Sur del ejército de Estados Unidos, una especie de guardián o tutor del TIAR y vigilante de su cumplimiento, a las buenas o a las malas.

Como es sabido, la guerra de las Malvinas en 1982 dio el tiro de gracia, -en la práctica,- al ominoso tratado, cuando los yanquis traicionaron abiertamente su compromiso de apoyar a Argentina (entonces bajo una dictadura militar que le era incondicional y confiaba en Washington) y cumplir con lo establecido frente a las “amenazas extracontinentales”. El eje Reagan-Thatcher prevaleció en aquellos momentos y el gobierno de Estados Unidos actuó como cómplice activo del colonialismo británico.

Es totalmente lógico y coherente con el cambio de época que se vive hoy en América Latina y el Caribe, que los países integrantes de la UNASUR se enfrasquen en la elaboración de una doctrina militar propia, autónoma e independiente, que se corresponde con la nueva situación del subcontinente y los aleje del dictado militar de la potencia imperial que es, -en esencia,- enemiga de UNASUR y sus proyectos y busca el derrocamiento de muchos de los gobiernos que componen la novedosa organización.

Se ha celebrado por estos días en Quito, Ecuador, la primera reunión organizativa de la Escuela Sudamericana de Defensa, que será “un centro de altos estudios y de articulación de redes entre las iniciativas nacionales de los Estados miembros de la UNASUR para la formación y capacitación de civiles y militares en materia de defensa y  seguridad nacional y regional a nivel político-estratégico”, según afirma la declaración emitida.

La creación de esta Escuela fue aprobada el pasado 20 de febrero por el Consejo de Defensa Sudamericana, que sesionó en Surinam, y es la entidad que, dentro de UNASUR, reúne a los ministros de defensa del subcontinente. El establecimiento de ese Consejo fue sistemáticamente combatido y obstaculizado por el Pentágono en un vano afán por evitar la coordinación y la cooperación sin precedentes entre los países sudamericanos en esa importante esfera, donde Washington ha ejercido históricamente su interferencia y presión, cocinando  conspiraciones y promoviendo golpes de estado

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