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¿Habrá un nuevo orden mundial post-Ucrania?

23 de mayo de 2022

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Tal como dice el refrán popular, todo indica que al gobierno imperialista de Estados Unidos le está “saliendo el “tiro por la culata” y que sus intentos de provocación del conflicto Rusia-Ucrania para intentar aprovecharlo en los intentos desesperados por recuperar la hegemonía planetaria en declive y desprestigio, han fracasado estrepitosamente.

Tal como fracasó el enloquecido Trump en sus propósitos perversos por asfixiar

económicamente a la vigorosa China, hoy vemos al desgastado Biden fracasar también en los propósitos de hacer lo mismo respecto a Rusia, su rival militar más temido.

En el medio -y arrastrada por Washington- queda la vieja Europa aturdida y desconcertada, sin saber hasta cuándo y a qué precio podrá seguir la ruta que le han marcado a través de la OTAN y la conduce actualmente hacia la mayor incertidumbre, echando por la borda todo lo avanzado en los últimos 40-50 años.

Son numerosos y a partir de diversos puntos de vista los especialistas, analistas y observadores de la situación que desde ahora ven el preludio de cambios profundos y la aparición de lo que llaman ya “un nuevo orden mundial”, basado en el multilateralismo y la pluralidad de intereses, con una menor tutela hegemónica yanqui y una mayor capacidad de influencia por parte de potencias regionales emergentes que han ido alcanzando posiciones decisivas, primero en sus respectivas regiones hasta llegar a niveles mundiales.

Sin dudas, el conflicto ruso-ucraniano -gestándose por parte del imperialismo y el sistema capitalista desde hace ocho años en ocasión del golpe de estado nazifascista en Ucrania, ha contribuído a acelerar y radicalizar la creación de condiciones mundiales que inclinan la balanza hacia cambios y realineamientos.

Tanto en Asia como en África y en América Latina se hacen hoy evidentes esos acontecimientos que el sistema imperial yanqui y sus asociados políticos, judiciales y mediáticos hacen todo lo posible por frustrar, acudiendo cada vez con más frecuencia al chantaje, la presión o el soborno y cuando de este modo no es logrado, acuden a la violencia, la subversión o el crimen.

Hay quienes asocian también al cambio climático, las epidemias y los frecuentes desastres naturales con la miseria y la pobreza generalizadas, como consecuencia de las enormes desigualdades sociales y la concentración de las riquezas que aún pueden extraerse, en cada vez menos manos.

El hecho cierto es que dentro del sistema mundial del imperialismo y el capitalismo neoliberal se ha acelerado el desastre y el proceso que ya venía avanzando, aunque más lentamente, parece indetenible a estas alturas. El conflicto desatado para asfixiar y desgastar a Rusia puede ser “la chispa que encienda toda la pradera”, según reza otro viejo refrán, esta vez de origen chino.

Si marchamos efectivamente hacia “un nuevo orden mundial”, habría que tratar de que este fuera mucho más justo, equitativo, inclusivo, humanitario y democrático que el que nos han tratado de imponer, en infame conjunción, el colonialismo, el imperialismo y el neoliberalismo.

Sus resultados están a la vista.

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