ribbon

¿Habrá sorpresa?

15 de noviembre de 2013

|

Quizás se respete en algo el conteo de votos en las elecciones presidenciales del venidero domingo 24 en Honduras, país hermano que aún duele, por el más reciente golpe de Estado ocurrido en una América Latina aun no exenta de ellos, pero que va recuperando su dignidad y soberanía y emprende camino hacia un horizonte más humano.
Quizás los comicios pudieran dejar definitivamente el golpe militar, político y económico iniciado contra el pueblo hondureño el 28 de junio del 2009, cuando fuerzas militares detuvieron y sacaron del país al presidente legítimo, Manuel Zelaya.
Quizás sea efectivo el trabajo de los observadores de la Unión Europea y Japón, entre otros países, y Estados Unidos cumpla su promesa de que respetará los resultados, aunque los condiciona a que sean “transparentes”, término aplicable o no, según sus deseos y conveniencia.
Y es porque es difícil pensar que se entregue honestamente una presidencia birlada a troche y moche hace cuatro años, luego que la propia Embajadora norteamericana, que se declaró “neutral”, está interviniendo en tal “transparencia” y la verificación de la identidad de los votantes, con el aditamento de que se mostrará “vigilante”, por si algunos de los ocho candidatos recibe dinero del narcotráfico.
No es casualidad que el primer golpe de Estado del siglo XXI se diera en la patria de Morazán, que, a pesar de tener un presidente de centroizquierda del Partido Liberal, había conseguido que en el 2008 la mayoría del Congreso (con la abstención del Partido Nacional) aprobara la incorporación de Honduras a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Después del golpe de Estado y manifestaciones populares de protesta de más de tres meses, se conformó el núcleo de la formación política Libre (Libertad y Refundación), nacida para impulsar la candidatura presidencial de Xiomara Castro, esposa y compañera de Zelaya.
Libre propone “la reconciliación y la refundación nacional para inaugurar una nueva era de paz, de diálogo, de grandes acuerdos sociales, de libertad, de prosperidad y de ideas en democracia”, y, aunque recientes encuestas negaron su inicial favoritismo en favor de la derecha oficial, todavía esa confluencia de movimientos sociales y sectores liberales puede romper el bipartidismo tradicional entre el Partido Liberal y el Partido Nacional, dejando atrás el golpe de Estado no resuelto con la victoria en noviembre del 2009 del actual presidente “nacionalista”, Porfirio Lobo.
Xiomara Castro mantenía hasta hace poco 10 puntos arriba en las encuestas de intención de voto, pero ya se habla de una desventaja de cinco ante el derechista Juan Orlando Hernández, presidente del Congreso y candidato del Partido Nacional.
Difícil que resulte ese “quizás” que planteamos al principio, porque se han intensificado los innumerables ataques que está sufriendo Libre por el paramilitarismo con nexos con algunas elites políticas y económicas.
Hace unos días fueron muertos cuatro activistas de Libre, 48 horas después del asesinato a tiros del ex camarógrafo de Zelaya, Manuel Murillo, después de que le hubiesen sido otorgadas medidas cautelares por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, motivadas por un secuestro al que había sido sometido por fuerzas policiales.
La ex vicecanciller de Zelaya y candidata a diputada por Libre Beatriz Valle, denunció amenazas de muerte contra su persona y la intención de abandonar Honduras, tras reunirse con el Fiscal General. Desde la Alianza hondureña por los Derechos Humanos se ha señalado como responsables de estas amenazas de muerte a grupos económicos con nexos con los partidos Nacional y Liberal.
Pero la persecución política no es únicamente contra Libre, sino también contra los movimientos sociales en su conjunto. En septiembre se dictó una orden de prisión contra la luchadora social Bertha Cáceres, coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones y Pueblos Indígenas de Honduras, defensora del agua, los ríos y la cultura del pueblo lenca, acusada de usurpación, coacciones y daños contra la empresa Desarrollos Energéticos, que construye una hidroeléctrica en la comunidad de Río Blanco.
Por si no fuera poco las agresiones directas, hay otros indicadores quizás un poco más sutiles, pero no menos preocupantes. Romeo Vásquez Velásquez, militar directamente implicado en el golpe del 2009, es candidato presidencial por la Alianza Patriótica Hondureña, donde se destaca el aspirante a diputado Billy Joya, ex miembro del tristemente famoso Batallón de Inteligencia 3-36, grupo paramilitar de las Fuerzas Armadas acusado de numerosos secuestros y desapariciones en la década de los ‘80.
Larga serían las citas por los crímenes cometidos durante estos años de mandato de Lobo contra la dirigencia sindical y campesina, por lo cual impera un clima de incertidumbre, chantaje y temor no propicio para un cambio favorable para el pueblo.
Solo el aprovechamiento de una coyuntura favorable creada por estas elecciones, con una participación política decisiva pudiera propiciar el resultado deseado por la mayoría. Entonces, sí se pudiera hablar de “sorpresa”.

Comentarios