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Guerra encubierta, mata ciudadanos

24 de febrero de 2014

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El senador estadounidense John McCain llamó a enviar tropas a Venezuela para “garantizar y proteger el flujo petrolero hacia Estados Unidos, cuidando esos recursos estratégicos y velando por nuestros intereses globales”.
MacCain hizo estas declaraciones en entrevista con la cadena NBC, ocasión en la que instó a movilizar hacia el país sudamericano la flota de buques de guerra que el Pentágono tiene en la región.
Además instó a la Casa Blanca a buscar el apoyo de aliados en el continente -citó a Chile y Colombia- para que se plegasen a esa intervención.
No pueden asombrar incitaciones como esta de un funcionario estadounidense, aunque esta vez quien lo hizo fue candidato a la presidencia.
Su actitud le da toda la razón al presidente Raúl Castro, quien en ocasión del XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba denunció la intervención de Washington en los acontecimientos que tienen lugar en la patria de Hugo Chávez.
Raúl decía que lo que ocurre en Venezuela, Ucrania, lo que ha pasado en Libia, Siria y otras naciones, confirma que dondequiera que haya un gobierno que no convenga a los intereses de los círculos de poder en Washington, y algunos de sus aliados europeos, se convierte en blanco de las campañas subversivas.
Y sostenía que bien lo saben los cubanos, quienes hemos sido víctimas de todo el arsenal del terrorismo de Estado, desde la guerra biológica, mediática hasta la agresión armada y los planes de atentados contra dirigentes de la Revolución.
Cómo olvidar la guerra sucia contra la Nicaragua sandinista. Allí minaron puertos, armaron a bandas criminales y sometieron a esa nación sudamericana a la agresión militar, económica, política y social.
Ahora usan nuevos métodos de desgaste más sutiles y enmascarados, sin renunciar a la violencia para quebrar la paz y el orden interno e impedir a los gobiernos concentrarse en la lucha por el desarrollo económico y social, si no logran derribarlos, advirtió el presidente cubano.
Menos sutiles fueron en Honduras, con el derrocamiento mediante un golpe de Estado del presidente constitucional Manuel Zelaya. No olvidar que antes lo probaron contra el presidente Hugo Chávez en Venezuela. También lo intentaron contra Rafael Correa en Ecuador.
Ecuador y Venezuela son exponentes de cómo los medios privados de comunicación se convierten en ejecutores directos de la guerra mediática. Difaman, tergiversan la realidad, crean zozobra, inseguridad, e incluso ponen pautas y se colocan a la cabeza de los partidos tradicionales de derecha.
Desde los periódicos, emisoras, canales de televisión se satanizan a los presidentes de esos países y a los procesos revolucionarios en marcha.
Cuba resiste más de medio siglo de bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos. Venezuela por su parte enfrenta la guerra económica, la inflación inducida y el desabastecimiento de productos de primera necesidad.
En todos los casos, la intención es crear descontento en la población, alentar la subversión y desviar la atención y esfuerzos de esos gobiernos por construir la nueva base económica y social.
Son ingredientes de lo que Raúl denunció como la guerra no convencional, que está descrita en la Circular de entrenamiento 18-01 de las Fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos.
Antes se le llamó guerra sucia, luego de baja intensidad, más tarde la revolución de los colores y, oficialmente, para las tropas yanquis de intervención, guerra no convencional.
Se trata de la subversión, la desestabilización, crear miedo, zozobra, necesidades, desconfianza. Son ingredientes de muerte articulados desde el exterior y con el apoyo de la oligarquía, la quinta columna del imperio.
Hay un refrán que guerra avisada no mata soldados, pero habría que agregarle que guerra encubierta, como la que hoy sufre Venezuela, asesina a ciudadanos para bien de los intereses de Washington.

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