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Groenlandia, el clima y la humanidad

4 de septiembre de 2019

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Hace apenas dos semanas, Groenlandia, una isla no siempre de interés mediático, tuvo una especie de rebrote cuando la prensa mundial se hizo eco de la humillante propuesta del presidente estadounidense Donald Trump, de comprarla a Finlandia, país que ejerce sobre ella una especie de protectorado.

El show, al estilo Trump, pasó de los característicos tuits del mandatario, a la cancelación de una reunión cumbre que tenía con la presidenta finlandesa. Además, varias fueron sus ofensas contra aquella nación y sus dirigentes.

Pero hoy quiero referirme a un tema más importante, relacionado a lo que ocurre en Groenlandia y afecta a todo el planeta.

Se trata del cambio climático, como expresión más acabada de lo que llegaría a ser la extinción de la especie humana, como advirtió el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, en la Cumbre Climática de Río de Janeiro.

Un glaciar al sur de la isla se ha reducido hasta 100 metros desde el año 2004 y la capa de hielo sobre el territorio insular ha perdido casi 4 billones de toneladas desde 2002.

Solo estos dos datos, serían suficientes para advertir el peligro. No olvidemos que el derretimiento del hielo de los glaciales lleva implícito la subida del nivel del mar, y la devastación de poblaciones costeras o de cultivos imprescindibles para la alimentación de humanos y animales.

Es una cadena que lamentablemente va degradando cada día, la estabilidad climática y poniendo en peligro la obra humana levantada durante muchos siglos.

Científicos que estudian estos efectos del clima en Groenlandia han elaborado informes en los que detallan la alarmante velocidad a la que se derrite el hielo y el impacto que esto tiene para toda la humanidad.

Se recuerda que la capa de hielo en Groenlandia es siete veces el territorio de Reino Unido, y tiene un espesor de 2 y 3 kilómetros en algunos lugares.

Y, lo más alarmante, allí se almacena tanta agua congelada que si todo se derritiera, elevaría el nivel del mar en todo el mundo hasta unos 7 metros.

Al respecto, Jason Box, del Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia (GEUS), uno de los científicos que estudian estos fenómenos, ha declarado que está nervioso por los potenciales peligros y que los urbanistas costeros deben «prepararse».

Explica que en los últimos 30 años, década a década, la tendencia ha sido la pérdida de hielo: o derritiéndose en la superficie, enviando torrentes de agua a los mares circundantes, o con el desprendimiento de grandes bloques que flotan como icebergs, y se derriten gradualmente.

Según el citado científico, es el reciente aumento de la temperatura promedio lo que está influyendo en la fusión de los hielos de Groenlandia, o lo que es más claro, es ya una sentencia de muerte para la capa de hielo de esa isla.

Y concluye que, “aunque la gran masa de hielo parece inmóvil, en realidad siempre avanza lentamente hacia la costa y hemos descubierto que este movimiento duplica su velocidad en verano, ya que el agua de deshielo de la superficie llega hasta el fondo y lo ayuda a deslizarse”.

Hoy, con tristeza, habitantes del pueblo de Narsaq, en Groenlandia cuentan que glaciales que eran visibles hace algunos años, ya no existen.

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