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Graves fisuras en el golfo

10 de junio de 2017

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La ruptura de relaciones diplomáticas y otros vínculos entre el reino de Arabia Saudita y su vecino el emirato de Qatar, saca a la luz pública de manera dramática y por primera vez una silenciosa contradicción que desde hace tiempo venia incubándose en el seno del Consejo de Cooperación del Golfo (Arábigo para los árabes y Pérsico para los persas iraníes), donde tanto sauditas como qataríes pugnan por lograr una influencia decisiva, que coloque a esa rica alianza de petromonarquías al servicio de los objetivos políticos y económicos de uno u otro.

En esa contradicción y rivalidad ya histórica se encuentra la esencia del conflicto actual que hasta ahora había transitado discretamente, aunque no eran totalmente desconocidos para los analistas de la política internacional –y particularmente del Oriente Medio–, los altibajos y amenazas que las relaciones saudita-qataríes venían atravesando.

Lo cierto es que el creciente protagonismo de Qatar en esa región e incluso fuera de ella preocupó siempre al reino saudita, hasta ahora poder hegemónico en la zona, que parece haber tropezado con un ambicioso y audaz émulo igualmente rico en recursos naturales como petróleo y gas, poseedor de una riqueza que le sirve para acompañar a la influencia y las maniobras de tipo político, antaño reservadas a Arabia Saudita.

La actual ruptura con Qatar, de la que se sienten excluidos Kuwait y Omán, así lo demuestran. Ambos se han expresado por una mediación que restaure los lazos y calme los ánimos, aunque realmente piensan que no es fácil recomponer los vínculos destruí dos.

Al cabo de los días, muchos se preguntan aun acerca del motivo real que aceleró y provocó el abrupto rompimiento y no excluyen al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que en su reciente visita a Arabia Saudita informó a ese reino sobre supuestos contactos secretos o acercamientos ocultos de Qatar con la República Islámica de Irán.

Otros no lo creen así y afirman que para Washington no deja de ser un dolor de cabeza esta confrontación, pues tanto sauditas como qataríes son sus aliados en la coalición que encabezan los yanquis en las guerras de Siria e Irak. No olvidar que en estos dos países hoy enfrentados hay importantes bases aeronavales estadounidenses muy activas.

La reacción del Emirato qatarí ha sido prudente y califica como falsos los pretextos esgrimidos por el reino saudita, dice estar dispuesto a una medición pero que defenderá su soberanía y no admite imposiciones de su poderoso vecino, que ha cerrado también la importante frontera terrestre que los une, colocando a Qatar en situación de aislamiento.

La grave fisura producida entre las monarquías petroleras del Golfo añade una complicación más a la situación explosiva del Medio Oriente, creando mayor incertidumbre y confusión entre todos los elementos implicados, incluso los diversos grupos terroristas que actúan en la zona, a los cuales se les ha señalado indistintamente apoyos desde Arabia Saudita o desde Qatar.

Quedan por ver las posibles consecuencias de la inédita situación creada, que no excluye un eventual realineamiento de fuerzas como ha ocurrido en otras ocasiones dentro del voluble mundo árabe.

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