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Golpe de Estado por etapas

7 de marzo de 2016

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La reelección de la presidenta Dilma Roussef en Brasil por un segundo mandato, a fines del pasado 2014, marcó el inicio del cuarto período de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) en el gigante sudamericano, y frustró las esperanzas que se habían forjado la oligarquía brasileña y el imperialismo estadounidense que creyeron llegado finalmente el momento de cerrar un período que les había sido particularmente desfavorable, y consideraban ideológicamente alejado de los criterios neoliberales, de exclusión social y del sometimiento a los dictados de Washington.

Independientemente de las medidas concretas económicas y sociales tomadas por los gobiernos del PT encabezados por Luis Inacio Lula de Silva y Dilma Roussef –que pueden haber satisfecho o no, en mayor o menor medida, a algunos sectores–, el hecho cierto e indiscutible es que la llegada a Planalto por parte del PT en cuatro ocasiones sucesivas por el mayoritario voto popular parece ir más allá de lo que la oligarquía y el imperialismo pueden admitir y esperar.

No se puede ignorar el peso de Brasil y lo que representa en el continente y más allá, lo que han significado los gobiernos del PT en cuanto a la integración latinoamericana, la creación de UNASUR y la CELAC, el papel del MERCOSUR y la incorporación al poderosos bloque multilateral del BRICS (junto a Rusia, China, India y Sudafrica).

Todo indica que el tiempo transcurrido y la incierta perspectiva que se abre una vez más para los grandes oligarcas del país (incluidos los consorcios de la información a su servicio y ejercido en Brasil por unos pocos) al conocer de la aspiración presidencial recién anunciada por Lula con vistas a laos próximos comicios, ha concitado la desesperación por evitarlo a toda costa y enfilar todos los recursos más o menos sucios e ilegales contra el expresidente.

No pudiendo hasta ahora concretar los planes golpistas contra la actual presidenta mediante maniobras legislativas fabricadas y falsas acusaciones por parte de parlamentarios corruptos, se impone para ellos lanzar una vasta campaña de desprestigio y calumnias pretendiendo desmoralizar y desgastar la figura de Lula, a la vez que meter cuña entre el PT y sus partidos aliados.

Tener en cuenta que Lula abandonó la presidencia con los más altos índices de popularidad por su obra de gobierno y hoy se mantiene, sin dudas, como la más popular y reconocida figura política del país, abarcando a los más amplios sectores sociales.

Con vistas a esa campaña sucia y de tal envergadura, que garantice un no retorno del PT al gobierno y ayude a rebajar su representación parlamentaria, de gobernadores y alcaldes, se hacen necesarios a la oligarquía y al imperialismo aunar cuantos elementos puedan ser reunidos, donde no pueden faltar el odio de clases y el racismo.

Se aprecia claramente que es una variante de golpe de estado por etapas. Donde desempeñan el papel fundamental los medios de comunicación, convertidos en partidos políticos y herramientas del gran capital financiero, los latifundistas y elementos del estamento judicial, no pocos vinculados a las pasadas dictaduras militares.

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