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Goldman Sachs, por sobre todas las cosas

15 de agosto de 2013

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Cuatro años después de una experiencia cercana a la muerte, la líder del sector financiero de Wall Street y uno de los grupos de inversión más grande del mundo, Goldman Sachs, no muestra vergüenza por el saqueo de la economía mundial, se aprovecha del “perdón” oficial a la crisis planetaria incoada en Estados Unidos, multiplica ganancias en plena debacle y reparte sobresueldos superiores a los del 2008, cuando 953 empleados recibieron gratificaciones de más de un millón de dólares cada uno.
La entidad se burla también del intento del presidente norteamericano, Barack Obama, de gravar a los bancos, reducirlos, porque, según sus palabras, “no hacen gran cosa que sea productiva, útil o eficiente”.
Todo es inútil, porque el esfuerzo principal debe ser dirigido contra una empresa que se burla del concepto democrático, porque, al surgir la crisis mundial, el secretario norteamericano del Tesoro y ex presidente de Goldman Sachs, Henry Paulson, organizó el rescate de los bancos culpables de la situación y coadyuvó a que no se juzgara a los “ladrones de cuello blanco”.
Un trabajo de 70 páginas, parte de las conclusiones del informe del economista Jim O’Neil, de Goldman Sachs, lanza la hipótesis de que el grupo dominaría la escena financiera mundial en el 2050.
Este ente, que integra la denominada Reserva Federal, integrada en 1913, es acertadamente calificado como monstruo diplomático, geográfico, económico y comercial que puede cambiar la faz y la geopolítica del  planeta.
Solo Goldman Sachs se asusta ante algo que puede afectar el modelo social, la estabilidad económica actual y la organización política estadounidense, como cuando se refiere al BRICS, grupo emergente integrado por Brasil, Rusia, la India. China y Sudáfrica. Pero esto es algo que no debe preocuparle por el momento, porque Estados Unidos sigue siendo la principal potencia militar y económica del planeta, que durante años ha estado fabricando dinero sin base firme, amparado en que no hay otra moneda que pueda sustituir al dólar, por muy desvalorizado que esté, por mucho que se ha dicho y elucubrado al efecto en los últimos años.
En la revista Rolling Stone, Matt Tabbit describió al banco de inversión como “un gigantesco calamar vampiro que envuelve a la humanidad y succiona sin piedad dondequiera que encuentre algo que huela a dinero”.
A ello se agrega el poco caso que obtuvo el logro de Obama de que el Congreso aprobara un proyecto que crearía una agencia independiente de protección financiera para los consumidores y también aumentaría las exigencias de capital para los bancos y limitaría su uso de fondos prestados.
Lo cierto es que este esfuerzo oficial estadounidense parecía que iba a ser seguido por gobiernos europeos, pero dudamos de su efectividad, cuando se conoce que empresas inversionistas estadounidenses, principalmente Goldman Sachs, tiene atada a economías del llamado viejo continente e influyen sobremanera en planes de austeridad que tanto daño han causado.

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