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Genocidio que resurge

21 de junio de 2021

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Cuando Alejandro Giammattei aseguró a Kamala Harris que hará todo lo que esté a mano para asegurar la tranquilidad de la migración y que ella no sea un obstáculo para Estados Unidos, estaba simplemente chapoteando en el manojo de mentiras en la que ha rodeado a su administración presidencial.

Al respecto, el diario local Prensa Libre señaló que el mandatario supo disfrazar todas las inequidades que ha rodeado su mandato en el encuentro que sostuvo hace unos días en Ciudad de Guatemala con la vicepresidenta norteamericana, Kamala Harris, con el fin de lograr una conveniente financiación al supuesto plan de ayudar social a las decenas de miles de personas que carenan o están en territorio guatemalteco, en su afán por llegar a Estados Unidos, acción que por el momento ha rechazado la administración Biden.

Asimismo, Giammattei se llenó la boca para señalar que las autoridades judiciales ya están procesando a autores de crímenes en época pasada, pero no ofreció explicación acerca del porqué durante su mandato familias enteras campesinas, principalmente indígenas, han muerto o desaparecido en tierras que luego son ocupadas por latifundistas.

Ello ocurre ahora, en una masacre más disimulada, pero matanza al fin, cuando surgen a la luz nuevos testimonios del genocidio de que fue víctima el pueblo guatemalteco.

Entre 1978 y 1984, Guatemala fue escenario de un genocidio que hasta la fecha sigue impune. El ya fallecido dictador Efraín Ríos Montt y su cúpula militar trazaron un plan secreto para exterminar al pueblo Maya Axil. Se calcula que más de 100 000 personas fueron asesinadas durante el desarrollo de este plan de aniquilación. El nombre clave de una de las operaciones era “Sofía”.

Que sus víctimas fueran indígenas fue determinante para que los victimarios no temieran que rendir cuentas. El racismo estructural, origen del genocidio, es asimismo responsable de que consiguieran minimizarlo y ocultarlo, no solo en la propia Guatemala, sino ante buena parte del mundo supuestamente civilizado.

Actualmente, hay una campaña que busca denunciar una vez más estos crímenes que atentan contra la humanidad, y ya se han publicado libros que relatan la historia de la guerra de aniquilación contra los exiles, lo cual ayuda sobremanera no sólo a juristas especializados e investigadores, sino también a profesores y alumnos universitarios, líderes sociales, defensores de derechos humanos, así como a todos aquellos que quieran conocer la verdad de lo que ocurrió.

De acuerdo con el Derecho Internacional, las víctimas y sobrevivientes de crímenes que afectan a toda la humanidad, como el genocidio, tienen derecho a la verdad, la justicia y la reparación. En Guatemala, ni las víctimas ni los sobrevivientes del genocidio han visto reconocidos nunca sus derechos por el Estado.

La verdad no solo dignifica a las víctimas y alivia el sufrimiento de los supervivientes. Conocerla es también una necesidad fundamental, pues una sociedad que no reconoce su pasado, ni repara a las víctimas ni condena a sus victimarios está abocada a repetir su historia. En Guatemala, la impunidad sigue campando a sus anchas y corroe la credibilidad de las instituciones cada vez más hundidas en la corrupción y la violencia.

Publicar la historia del genocidio supone denunciar también subrayo, la injusticia y el racismo estructurales que aún impregnan las instituciones y las fuerzas de seguridad guatemaltecas, involucradas cotidianamente en delitos y crímenes que van desde la corrupción hasta la eliminación de líderes sociales.

Con regímenes como el actual, es perfectamente posible que se cometa otro genocidio en Guatemala, por lo cual todos tienen que hacer cuánto esté en sus manos para evitarlo.

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