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Genocidas impunes

17 de noviembre de 2014

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No conozco a nadie que asegure que Israel no volverá a bombardear la Franja de Gaza, ni que dejará de aumentar sus asentamientos en Cisjordania, ni que dejará de construir el enorme y grueso muro de hormigón para aislar aun más a los palestinos.
A la aquiescencia sueca a considerar el Estado de Palestina y el nominal enfado –solo eso- de la Unión Europea (UE) por los obstáculos sionistas en conversaciones de paz controladas por Occidente, Tel Aviv hace aun más precaria la vida de la población que se mantiene en los territorios ocupados y condiciona cualquier reconstrucción a su decisión y al beneficio de las propias compañías israelíes.
Realmente, la impunidad de los genocidas sionistas está dada no solo por el apoyo militar y económico de Estados Unidos, que les protege con sus constantes vetasen el consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sino por la complicidad de la UE, que falla en su obligación elemental de velar por el cumplimiento de las normas fundamentales del Derecho Internacional.
Estas exigen utilizar todas las vías del Estado de derecho e ir más allá de las simples declaraciones de condena. “Si bien la UE no es autora directa de estos comportamientos, sí niega los derechos internacionales al no adoptar medidas que los eviten”, sentenció la premio Nobel de la Paz en 1976 Mairead Corrigan-Maguire y en los mismos términos se refirió a el profesor de Derecho Internacional de David Bondia:
“No sólo es responsable el que comete un abuso, sino también el que tiene capacidad para evitarlo, pero no hace nada. Y no hacer nada es apoyar a Israel”.
Se habla mucho de la ayuda irrestricta norteamericana a Israel, pero menos de la UE que también ha sido letal durante mucho tiempo, aunque ahora se trata de ocultar.
Algunos estados miembros de la Unión Europea vendieron armas a Israel que fueron utilizadas en la Operación Plomo Fundido en Gaza, entre diciembre del 2008 y enero del 2009, y no intervino ante la destrucción, durante los ataques israelíes, de infraestructuras sufragadas por sus estados miembros.
Tampoco se ha opuesto, antes ni ahora, a la práctica sionista de una política de discriminación sistemática con la población palestina, al cerrar las fronteras de Gaza y proseguir la construcción del muro de separación en Cisjordania.

 

POR CONOCIDO, NO DEJA DE SER DELICTIVO

 

Creado por Bertrand Russell durante la agresión de Estados Unidos a Vietnam, con el fin de condenar los crímenes norteamericanos de guerra, el tribunal que lleva el apellido del eminente filósofo ha desarrollado en los últimos cuatro años diversas actividades sobre Palestina, con el fin de suplir la falta de respuesta de la comunidad internacional en relación a las constatadas violaciones del Derecho Internacional cometidas por Israel.
El funcionamiento del Tribunal incluyó varias sesiones, en las que trató de la complicidad y de la responsabilidad de terceros Estados, empresas y organizaciones internacionales en la ocupación por Israel de los Territorios palestinos, así como el objetivo sionista de hacer imposible la creación de un Estado palestino.
Veamos a grosso modo actos cometidos contra el pueblo palestino:
• Violación del derecho del pueblo palestino a la autodeterminación.
• Violación del derecho internacional consuetudinario, al prohibir el retorno de los refugiados palestinos a sus hogares;
• Violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad que exigen que Israel se retire de los territorios ocupados.
• Violación del principio de la inadmisibilidad de la adquisición de territorios mediante la guerra, así como de las resoluciones del Consejo de Seguridad que condenan la anexión de Jerusalén. El Tribunal hace notar que la noción del Territorio palestino ocupado se refiere a Cisjordania, incluida Jerusalén Este, y a la Franja de Gaza, ya que la retirada de Israel en 2005 no puso fin a la ocupación de este territorio.
• Violación del derecho del pueblo palestino a disponer de sus recursos naturales y de sus riquezas como consecuencia de la utilización por Israel de sus tierras cultivables y de la explotación de las reservas de agua.
• Violación del Derecho Internacional humanitario que proscribe:
La implantación de asentamientos israelíes y las expulsiones de los palestinos de su territorio; las demoliciones y expropiaciones de las tierras y de las casas árabes situadas en territorio ocupado; los abusos, la tortura y la detención administrativa prolongada de palestinos en las cárceles israelíes; el incumplimiento del derecho de retorno de los refugiados palestinos a sus hogares; los ataques militares indiscriminados y desproporcionados contra Gaza y los campos de refugiados palestinos; y los castigos colectivos contra la población palestina de Gaza, donde las condiciones serán insostenibles para el año 2020, según la Organización Mundial de la Salud.
• La violación de las libertades y de los derechos fundamentales tales como la libertad de circulación, la libertad de religión y el derecho al trabajo, la salud y la educación, debido al Muro israelí y los puestos de control en el territorio ocupado, que impiden a los palestinos acceder libremente a sus lugares de trabajo, escuelas, servicios de salud y lugares de culto.
Todas estas violaciones del Derecho Internacional son merecedoras de sanciones penales: crímenes de guerra, asentamientos israelíes, tratos inhumanos, tortura, ataques indiscriminados, destrucciones de casas, traslado forzoso de poblaciones, castigos colectivos.
Pero hasta ahora los genocidas siguen impunes.

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