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“Generosa” ayuda a Afganistán

27 de marzo de 2014

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Reconocer que la invasión y ocupación de Afganistán fue una guerra perdida por Estados Unidos, puede resultar imposible de creer que la administración Obama lo haga.
Por eso, en este 2014 que, según el mandatario norteamericano las tropas serán retiradas y regresadas a casa, la propaganda asignada al poder mediático desde Washington, tiene que girar en torno a otros aspectos que puedan desviar la atención internacional, hacer olvidar lo del fiasco antiterrorista, y donde puedan aparecer aristas de “generosidad” para que el pueblo afgano se desarrolle.
Así llegó el anuncio de que la Agencia de Estados Unidos de Ayuda al Desarrollo (USAID) especie de brazo derecho de la CIA y el Departamento de Estado, planea lanzar tres programas de asistencia financiera, por un total de 300 millones de dólares.
Si se tiene en cuenta que un solo día de presencia de las tropas norteamericanas en Afganistán cuesta a los contribuyentes del país del Norte casi el triple de esa cifra, se puede concluir que la “ayuda” de la USAID es una miseria con más efecto mediático que realidad.
Según la agencia norteamericana esa “ayuda” contribuirá al aumento de la economía local después de 12 años de guerra.
Vale agregar que esos 12 años de muerte y destrucción fueron impuestos por los gobiernos de Estados Unidos, primero en busca de un Bin Laden que no pudieron atrapar en tierra afgana, y después para evitar la reincorporación al poder del movimiento Talibán que enfrentó y derrotó a los invasores.
Es preciso recordar que Washington tuvo que negociar en secreto con los talibanes y no pudo en tan despiadada contienda vencerlos en ciudades y campos del paraje afgano.
Otro elemento que, según la USAID, está contemplado en la “generosa” ayuda es poner fin a la economía de guerra basada fundamentalmente en la exportación del opio. Mercado que aumentó con la presencia de las tropas extranjeras que vieron en ese trasiego una fuente de ingresos individuales para los militares.
El opio afgano es enviado, fundamentalmente, hacia el mercado de Estados Unidos y Europa y es, como el narcotráfico en algunos países latinoamericanos, el sustento de rutas cuyo destino final está en tierras estadounidenses.
Ahora resulta que la USAID quiere “resolver” el problema con una mísera contribución de algunos millones de dólares, sin que se sepa a ciencia cierta, cuántos de ellos irán a parar a los bolsillos de funcionarios e intermediarios corruptos.
Por eso es tan difícil de entender cómo un país que se ha gastado en su invasión y ocupación a Afganistán más de 500 000 millones de dólares, en lo que ya se conoce como una de las guerras más largas y caras de la historia, quiera hacer uso a estas alturas de sus agencias de penetración, como es la USAID, para que “ayude” a Kabul a desarrollar su economía.
El propio gobierno norteamericano ha asignado unos 57 000 millones de dólares al entrenamiento del ejército y la policía afgana, una cifra incomparablemente muy superior a la que brinda ahora para la destruida economía de uno de los estados más empobrecidos del mundo.

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