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Ganar la presidencia o ir a la cárcel

29 de marzo de 2019

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Luego de varias crisis económicas en el país y un denigrante aumento de la corrupción, el electorado ucraniano irá a las urnas este fin de semana para decidir si quieren más de lo mismo o incontrar en alguno de los candidatos la capacidad de hacer algo para cambiar tal situación.

Entre los más de 30 aspirantes se encuentra el comediante Vladimir Zelenski, quien junto con el actual presidente, Petró Poroshenkio, están considerados por las encuestas como los mejores evaluados por la intención de voto.

En lo que sí están de acuerdo especialistas y observadores de la realidad ucraniana es que estos comicios no permitirán conocer en primera vuelta quién gobernará el país en el próximo lustro y habrá que esperar al 21 de abril para saberlo.

Sin embargo resulta atinada la observación del analista político de esa nación, Vladimir Fesenko, quien considera que todo es posible y no hay que fiarse de los sondeos, ya que pesará mucho la decisión de los indecisos, casi un 14 por ciento de los 36 millones de electores.

Resulta que estos comicios constituyen para el actual presidente una disyuntiva bien cerrada, o gana la reelección o pierde y corre el riesgo de ser encarcelado por su vinculación con actos de corrupción, en especial por  la compra de equipos de guerra de segunda mano para el ejército a través del contrabando.

Al iniciarse la campaña electoral, Poroshenko apenas superaba el cinco por ciento de respaldo y ocupaba una sexta o cuando más una quinta posición, pero con el paso del periodo proselitista y el empleo de amplios recursos financieros, su situación cambió, destaca el corresponsal de Prensa Latina en Moscú.
El mandatario inició sus intentos para salir del pantano político con una provocación el 25 de noviembre pasado cerca del estrecho de Kerch, con tres pequeñas embarcaciones de la Armada ucraniana que fueron detenidas por Moscú.
Tal acción le permitió justificar, aunque con muchas dudas, la imposición de un estado de emergencia en 10 regiones ucranianas por un mes. Esas zonas, coincidentemente, eran donde más baja estaba la aceptación de Poroshenko.
La segunda gran maniobra fue acompañar y casi dirigir el proceso separatista de la Iglesia ortodoxa, al impulsar la autocefalía, que en realidad la convirtió en un ente subordinado al patriarcado de Constantinopla.
Una tercera y última acción consistió en lanzar programas de recuperación de territorios como Crimea y Donbass, completamente irracionales, pero acompañados de una bien financiada campaña, que le permitió subir al menos dos peldaños.

Para  el mandatario ucraniano en funciones tiene solo queda, como única opción vencer a como dé lugar en los comicios, de seguro en la segunda vuelta.
Varios sondeos lo sitúan segundo lugar, superado por el actor y novato de la política Vladimir Zelensky. Queda por ver cómo el voto ciudadano inclinará la balanza a favor de uno o del otro.

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