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Fuera de servicio

24 de julio de 2013

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Habían pasado 14 años desde que el llamado socialismo europeo se desvaneció en las sociedades del este del Viejo Continente, donde la década de los años 90 emergió como un boom capitalista, donde muchos creyeron que se resolverían las insatisfacciones existentes.

Cada uno de aquellos países, renegados por la opulencia de Occidente, vivió años donde se combinaban traiciones, oportunismos, y hasta quienes, desde el poder, vieron la ocasión esperada para obedecer cualquier pedido o exigencia que viniese desde Washington.

En esas circunstancias llegó el año 2003 y algunos de estos Estados se vieron envueltos gracias a sus gobernantes en uno de los más bochornosos actos de ilegalidad, irrespeto a los derechos humanos y servilismo al imperio que recuerde la historia más reciente.

Polonia, que marcó la pauta en eso de destruir lo poco que quedara del modelo socialista, lo hizo también al ofrecer su aeropuerto internacional de Szymany, a 180 kilómetros de Varsovia, para que allí aterrizaran los aviones secretos de la CIA norteamericana, que cargados de personas ilegalmente detenidas en varios países por el solo hecho de sus facciones árabes, terminaban en el centro de tortura abierto por el entonces presidente norteamericano George W. Bush en la ilegal base de Guantánamo, Cuba.

Ahora, diez años después de tales actos, la terminal aérea Szymany aparece clausurada con un cartel que identifica que está FUERA DE SERVICIO.

Según la agencia de prensa IPS, las autoridades aeronáuticas polacas han informado que al menos 11 vuelos secretos de aviones norteamericanos aterrizaron allí y que muchos de sus pasajeros fueron llevados hasta una  academia de inteligencia cercana, en Stare Kiejkuty, donde la CIA contaba con instalaciones propias.

De acuerdo con el diario estadounidense The New York Times, los detenidos eran trasladados desde aquel tenebroso aeropuerto hasta Stare Kiejkuty, convertida en la prisión más importante de los sitios secretos de la CIA en Polonia, donde presuntos sospechosos de terrorismo eran torturados antes de ser trasladados a la cárcel de la base en Guantánamo.

La fuente aseveró que se había elegido Polonia “porque sus oficiales de inteligencia estaban deseosos de cooperar”.

Uno de los prisioneros que fue llevado a la prisión polaca, el saudita  Abd al-Rahim al-Nashiri, denunció que en los siete meses que pasó en Stare Kiejkuty, sus captores lo mantuvieron desnudo, encapuchado y encadenado, lo sometieron a simulacros de ejecuciones y amenazaron con violar a miembros de su familia.

Otro de los reos, el palestino Abu Zubaydah, denunció haber sufrido castigos físicos muy dolorosos, torturas psicológicas y simulacros de ahogamiento.

Esas heridas permanecen abiertas en la sociedad polaca y de otros estados europeos que brindaron sus aeropuertos y centros de detención para que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos hiciera uso de ellos en uno de los más escandalosos hechos de tráfico de detenidos, tortura y otras violaciones flagrantes de los derechos humanos de los que tanto se habla en esos países.

 

 

 

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