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Frente sirio aún muy complicado

18 de marzo de 2016

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Contradictorias son las acciones que Estados Unidos y Rusia desarrollan recientemente en el amplio ámbito internacional europeo y medio-oriental: mientras Washington intensifica la siembra de bombas atómicas en el denominado Viejo Continente y despliega tropas de la OTAN en la frontera turco-siria, Moscú retira el grueso de la ayuda militar que le había pedido oficialmente Siria, con el fin de dar más confianza al proceso de paz que se trata de instaurar en la región.
Cada uno de estos temas requiere un amplio comentario analítico, por lo que voy solo a señalar el punto de interacción que juega al que ya he otorgado desde hace tiempo el denominador de peón del imperialismo: Turquía.
Este tema, de por sí, hace que se cuestione desde muchos ángulos al régimen de Recip Erdogan, quien hoy se encuentra en medio de una ola de atentados que pudiera ser atribuida a separatistas kurdos o elementos del Estado Islámico (EI), que se siente abandonado por su principal apoyo en la región.
De todas maneras, el afán turco por controlar la zona tiene un amplio concepto económico, en el que el destaca el petróleo robado a Siria, como ejemplo elocuente.
Pero también hay que indicar sus amplios nexos con el EI, la sospecha de que sea su fundador y principal promotor, así como que fue muy reciente el inicio de supuestos ataques aéreos contra sus ahijados, cuando hasta ese momento enfilaba bombas y cañones contra los combatientes kurdos sirios –quienes asestaban fuertes golpes al EI– y al ejército de Siria, en la región septentrional, luego que el cuerpo armado de Damasco aprovechó el apoyo ruso primero, y su propio desempeño profesional, después, para inclinar fuertemente la balanza a su favor.

Dudas

Varios observadores creen que Turquía solamente aceptó involucrarse en la campaña contra el EI para poder atacar a quienes considera sus principales enemigos, los separatistas kurdos, quienes conforman la minoría étnica sin Estado propio más importante de todo el Medio Oriente: 30 millones de personas repartidas en un territorio que hoy se dividen Turquía, Siria, Iraq e Irán.
Y los bombardeos contra el PKK –que lidera la lucha por la independencia kurda en Turquía– podrían ser clave para capturar los votos nacionalistas que el actual gobierno de Ankara necesita para recuperar la mayoría perdida en las más recientes elecciones.
La aceptación tácita de Estados Unidos a esos bombardeos sería el precio que Washington estaría dispuesto a pagar por el apoyo turco en contra del EI.
Y, repito, no fue fácil la decisión para Ankara, porque, subrayo, a estas alturas, existen pocas dudas sobre el apoyo que ha prestado a grupos yihadistas en Siria, con el propósito de usarlos tanto contra el régimen de Bashar El Assad como los nacionalistas kurdos.
Las evidencias sobre islamistas radicales siendo atendidos en hospitales turcos, paseándose libremente por el sur de Turquía, y hasta jactándose del apoyo de Turquía, son difíciles de ignorar.
En algunos videos publicados en internet podía verse perfectamente a combatientes yihadistas –aunque no necesariamente miembros del Estado Islámico- llegando en camiones por territorio turco hasta el paso fronterizo y cruzando a pie para reforzar el frente antisirio.
Según The Washington Post, Turquía y EE.UU. se proponían establecer una zona de exclusión aérea en la frontera con Siria que aumentaría sensiblemente el alcance y velocidad de los bombardeos contra el EI en el norte del país., cuestión muy dudosa, conociendo los matices de ambos, pero lo cierto es que la posición de Rusia y la acción armada siria y su negativa a aceptarla, hicieron que la táctica cambiara, llevando a tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte a desplegarse a lo largo de la frontera entre Turquía y Siria.
Las primeras tropas que llegaron al lugar fueron norteamericanas y alemanas, con gran poder misilístico. Pero este es tema para otro comentario.

 

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