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Frente común

3 de julio de 2019

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Aunque ahora se muestra más conciliador en diferentes esferas internacionales, donde impone sanciones a diestras y siniestras, la preponderante actitud belicista del presidente norteamericano, Donald Trump, ha hecho fortalecer el frente común que impulsan Rusia y China a un nivel sin precedentes.

En este contexto, los presidentes Vladimir Putin, de Rusia, y Xi Jinping, de China, han firmado un paquete económico, que ya está siendo implementado, como colofón a las más grandes, maniobras de guerra emprendidas por las fuerzas militares rusas, a las que Beijing brindó su colaboración,

Así, Putin y Xi, en su reunión número 31, subrayaron su coincidencia en temas internacionales en los que Estados Unidos ha intentado imponer un papel de gendarme.

Moscú y Bering llamaron al diálogo en Venezuela y se opusieron a una intervención extranjera en el país latinoamericano. Además, recalcaron su oposición a las sanciones unilaterales de EE. UU a Irán y pidieron a Teherán que se abstenga de tomar medidas para terminar el Plan de Acción Integral Conjunto sobre su programa nuclear.

Asimismo, criticaron también la retirada de EE UU del tratado de armas nucleares de medio alcance (INF), un pacto clave para el control de armas de la época de la Guerra Fría. Esa medida (que Moscú replicó después, retirándose a su vez del pacto) “socavará la estabilidad estratégica”, dijeron.

También mostraron su preocupación por la creciente amenaza de una carrera de armamentos en el espacio, y pidieron un acuerdo internacional legalmente vinculante que la prohíba. “La prohibición del despliegue de cualquier arma en el espacio evitaría una amenaza grave para la paz y la seguridad mundiales”, dijeron Putin y Xi en un comunicado.

Los dos mandatarios quisieron dejar clara su postura común en el terreno internacional, donde comparten posturas sobre Siria y la República Popular Democrática de Corea.

 

Una digna posición

Ello demuestra los esfuerzos de dos importantes naciones en trabajar estrechamente en el escenario mundial en aras de la estabilidad, la seguridad global y regional, lo cual contribuye a una posible solución de los problemas mundiales agudos, y contrarrestan los nuevos desafíos y amenazas, porque se aboga por la formación de un nuevo orden mundial equitativo basado en la multipolaridad.

También hay que señalar que, pese a recientes declaraciones, Trump ha arreciado sus sanciones a Rusia e indicado una tregua en la guerra comercial que le ha declarado a China, pero no ha rebajado en nada sus tácticas agresivas pata abusar de sus competidores, como ha estado haciendo ahora con sus acólitos de la Unión Europea.

Es decir, EE.UU., en su intento de imponer jurisdicción sobre todo el mundo, labra un camino que conduce a conflictos intermacionales e interminables guerras económicas, echando a un lado una anterior posición de promover –por lo menos en el papel, no en la realidad- el libre comercio con una competencia honesta y abierta.

Ahora se ha quitado esta máscara y asumido el lenguaje de las guerras comerciales y las sanciones, de las incursiones económicas abiertas con tácticas de retorcimiento de brazos y de miedo, algo que revela un sistema que nunca será estable o equilibrado, porque está basado en la injusticia.

Y ante lo anterior se alza la disposición de Rusia de afianzar sus vínculos estratégicos con China, mantener el proyecto del gasoducto Nord Stream 2, que empezará a bombear gas ruso a Europa a finales de año, y a desarrollar, con la ayuda del gigante tecnológico Huawei, las redes 5G, proyectos que EE.UU. torpedea, porque no casan con su acostumbrada exclusividad.

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