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¿Fin del bipartidismo en Estados Unidos?

18 de febrero de 2016

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Los resultados de las elecciones primarias a los comicios presidenciales en el estado de New Hampshire, Estados Unidos, han motivado nuevamente el tema de un posible fin del tradicional bipartidismo dentro del sistema político de ese país, como consecuencia, en este caso,- de las victorias alcanzadas en esa emblemática justa por parte de los candidatos Donald Trump (republicano) y Bernis Sanders (demócrata), independientemente de lo que pueda suceder en otras primarias posteriores.

Ambos aspirantes, aunque encuadrados dentro de sus filas, han dado muestras desde los tempranos inicios de esta campaña electoral de ciertas posiciones y actitudes –a pesar de las abismales contradicciones entre los dos– que los diferencian notablemente del resto de los candidatos de ambas formaciones y han contribuido a proyectarlos con características muy particulares, alejándolos de las habituales cantaletas y superficialidades que suelen plantear en sus campañas los políticos estadounidenses, o sea, los integrantes de la llamada “clase política”, que se turna periódicamente los cargos dentro del sistema sin ofrecer soluciones de fondo, lo cual parece saturar ya a buena parte de los electores, quienes se sienten estafados.

En el caso del millonario Trump, sus excentricidades y excesos verbales han servido de pretexto para que alcance una relevancia mucho más allá de lo imaginable en los medios de comunicación. Convirtiendo su figura en principal atracción de los debates televisados con los otros candidatos republicanos y sacando ventaja de esos encuentros, tan importantes en las campañas.

En cuanto al senador independiente Sanders, del pequeño estado de Vermont, ha sorprendido por mantenerse en pie y exitosamente a lo largo de la carrera electoral interna de los demócratas, desafiando a Hillary Clinton, a quien se consideraba como única e imbatible aspirante en esas filas, Sanders, un candidato sin cuentas bancarias ni amplios recursos financieros y sin el apoyo de grandes medios de prensa, ha incursionado en temas sociales actuales de la sociedad norteamericanas y aparece con notorio respaldo entre los jóvenes y mujeres.

Así las cosas, tanto un caso como otro han servido para poner sobre la mesa –no por primera ocasión– la posibilidad de que Estados Unidos vaya acercándose gradualmente a la eventual situación que posibilite una alternativa al bipartidismo enraizado en su clase política tradicional, que tras la Segunda Guerra Mundial se ha robustecido y hecho prácticamente inexpugnable, para beneficio de una reducida élite.

En tanto en la sociedad norteamericana logre crearse una situación que determine la aparición de cambios más o menos radicales y puedan darse pasos al surgimiento de un escenario electoral más allá del bipartidismo, lo que está ocurriendo en la campaña actual merece observarse con detenimiento.

No pocos lo consideran como una expresión de buena parte del electorado de ambos partidos y electores independientes, hartos de politiquería, engaños y promesas incumplidas y que buscan aún a tientas como salir de tal encrucijada. Por ahí pudiera estar, en el futuro, el fin del bipartidismo.

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