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Fátima

28 de diciembre de 2016

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La ciudad siria de Alepo parece haber quedado liberada de terroristas. Y digo parece porque alguno que otro elemento terrorista, ya sea del grupo Estado Islámico o de Al Nusra, pueden estar escondidos en sus guaridas de asesinos.
Siria quiere respirar paz. Quiere levantarse y desarrollarse. Pero aún falta mucho. La reconstrucción de Alepo, por ejemplo, será una cuestión de muchos recursos y tiempo. El patrimonio allí hecho añicos es casi imposible de restaurar.
Esa es una herida que, aun sin guerra, permanecerá abierta en la nación árabe. Y a la reconstrucción material se le suma otra —la más importante— la que tiene que ver con los seres humanos, con la psiquis y los traumas causados por la guerra.
En este panorama sombrío, he leído una crónica cruel, publicada por la agencia árabe Al Manar, que quiero reproducir casi textualmente en este pequeño comentario.
Fátima es el título porque así se llama el personaje central: una niña de 9 años convertida en suicida por obra y gracia del terrorismo y sus cabecillas incluyendo familiares de la menor.
El texto de Al Manar dice:
Durante los cinco años de conflicto, Siria ha conocido todo tipo de horrores perpetrados por los terroristas.
Uno de ellos tuvo lugar la semana pasada, cuando una niña entró en una comisaría en Damasco, antes de hacerse explotar o de que la explotaran con un mando a distancia. La niña quedó destrozada por el cinturón de explosivos que llevaba y fue la única víctima del ataque.
Poco después, en lo que constituyó el segundo episodio de este hecho, tres videos fueron difundidos en Internet y revelaron los entresijos del reclutamiento de la niña.
Ella se llamaba Fátima y tenía 9 años de edad, según un individuo que aparece en el primer video y que afirma ser su padre. Con él, hay otra niña muy pequeña, Islam, de la que se afirma es la hermana menor de la primera.
El hombre se identifica como Abdel Rahman Shadad, conocido por el apodo de Abu Nimir, y asegura que pertenece a la rama de Al Qaeda en Siria, el Frente al Nusra, que ahora se llama Fatah al Sham.
El video parece haber sido grabado justo antes del ataque. El hombre pregunta a Fátima lo que se propone hacer. A lo que ella responde que está a punto de realizar una operación de martirio en Damasco.
“¿En Damasco? Eres pequeña y tienes sólo 9 años. Deja este asunto a los hombres”, dice el padre fingiendo interrogarla de nuevo. Sin embargo, él mismo da la respuesta: “Los hombres huyeron en los autobuses verdes”, dijo en referencia a la evacuación de los militantes de los barrios de Alepo.
Esta frase parece ser el mensaje central de este video.
Él sigue con sus lánguidas preguntas: “¿Vas a entregarte también para que los impíos te maten y te violen? “No”, dijo la niña tímidamente como respuesta, obviamente sin entender lo que decía. Y él respondió de nuevo: “Tú vas a atacarlos. Somos la religión de la dignidad”.
A su hermana Islam, el hombre le pide también que vaya a “combatir” y que no tenga miedo de “ir hacia Dios”.
Otro video sigue a éste y muestra a una mujer presentada como la madre de las dos niñas. Ella se despide de ellas diciendo: “Tened confianza y perseverad”.
El video termina con imágenes del padre haciendo avanzar a sus hijas y pidiéndoles que partan hacia la “conquista” y a “matar impíos”.
En un tercer video, Shadad explica cómo tuvo lugar el atentado. Él revela que Fátima no quiso hacerse explotar la primera vez porque no había suficientes policías en la comisaría. Al día siguiente, ella fue enviada de nuevo al mismo lugar y la situación parecía idéntica, pero ella no quiso volver a la casa y quiso perpetrar el atentado “porque quería reunirse con Dios”.
Shadad concluye su declaración en el video mientras al fondo se oye el llanto de un bebé de algunos meses afirmando que existe el proyecto de enviar a más niños suicidas.

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