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Farsa en Afganistán

4 de octubre de 2019

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Para dentro de dos semanas serán dados a conocer los resultados de las elecciones presidenciales afganas del 28 de septiembre, en las que se pretende legitimar a un gobierno que estará al servicio de Estados Unidos, sin apartarse un ápice del guión marcado por Washington.
La pantomima se produce en los momentos en que casi el 80% del territorio nacional está bajo el control de los insurgentes liderados por el Talibán, depuesto hace 18 años por la agresión e invasión de Estados Unidos, bajo el inventado pretexto de haber realizado los atentados del 11 de septiembre, aún hoy no completamente esclarecidos y en el que se vislumbra las garras de la inteligencia israelí.
Para dar una idea de lo absurdo de estos comicios, se puede decir que de los 31 millones de afganos, sólo 9,6 millones están censados electoralmente, y de estos apenas votó el 20%, posiblemente menos, aunque cualquier cosa puede emerger de los números finales.
Pero gane quien gane lo único que tienen en común es la promesa de establecer un diálogo con el Talibán, luego que el despedido asesor de Seguridad Nacional norteamericano, John Bolton, logró abortar un contacto al respecto.
De todas maneras, de los 15 candidatos que aspiran a la presidencia, sólo tres tienen aparentemente posibilidades: Ashrar Ghani: en busca de la reelección; Abdullah Abdullah y Gulbuddin Hekmatiar
Ghani es un presidente debilitado y visto como una “marioneta” de Occidente, incapaz de haber puesto fin a una guerra que golpea al país desde hace 18 años. Pero aun así era el favorito en las encuestas.Entre los “logros” bajo su mandato están la llegada en el 2018 de la primera tregua en 17 años de guerra, pero que apenas duró tres días. Político y economista, llegó al poder en el 2014 con la promesa de “una nueva era” de paz, y esta vez se ha comprometido a completar sus proyectos de lucha contra la corrupción y a trabajar por la paz en la nación asiática.
Nacido en 1949 en la provincia oriental de Logar, Ghani se formó en universidades extranjeras y trabajó en desarrollo para organismos internacionales como el Banco Mundial antes de regresar a su país en el 2001, donde formó parte del gobierno de transición del entonces presidente, Hamid Karzai, primero como asesor y luego como ministro de Hacienda. Dejó entonces momentáneamente la política por el mundo académico, hasta que logró la victoria en las elecciones del 2014, gracias a su imagen de luchador implacable con la corrupción.
El actual presidente tiene a su favor pertenecer a la etnia pastún, la propia de los talibanes y que representa el 40% de la población afgana.
Abdullah es el eterno candidato. Marcada por acusaciones de fraude masivo, la votación del 2014 en Afganistán no dejó un ganador claro, lo que obligó a Estados Unidos a intervenir y negociar un acuerdo que obligó a Ghani y Abdullah formar un gobierno de unidad nacional.
Derrotado por Ghani por un estrecho margen, el exlíder de la resistencia antitalibán quedó con el cargo de jefe Ejecutivo y ahora se presenta por tercera vez como candidato presidencial.
Nacido en Kabul en 1960 y oftalmólogo de profesión, Abdullah hizo gala de su perfecto inglés y su buena presencia como ministro de Exteriores durante la administración interina surgida tras la caída del régimen talibán en el 2001, un puesto que mantuvo en el gobierno de Karzai del 2004 hasta su dimisión dos años después.
Su carrera como la cara de Afganistán en el exterior inició en 1998 como responsable diplomático de una coalición creada por antiguos guerrilleros para combatir a los talibanes, después de haberse unido en los años 80 a la resistencia antisoviética.A pesar de que su padre es de origen pastún, Abdullah es a menudo identificado con la minoría tayika.
Gulbuddin Hekmatyar es conocido como “el carnicero de Kabul”El historial combativo del antiguo “señor de la guerra” es largo, después de luchar contra la ocupación soviética de Afganistán (1979-1989), participar en la guerra civil afgana durante la década de los 90 y liderar el otrora segundo grupo insurgente afgano, Hez-e-Islamo (Partido Islámico), con el que se alió a los talibanes y Al Qaeda para combatir a las tropas extranjeras en el país, tras la invasión estadounidense en el 2001.
Fue primer ministro en dos ocasiones durante la década de los 90. Decidió abandonar las armas y la clandestinidad con la firma de un acuerdo de paz en el 2016 con el actual Gobierno.
Hekmatyar, de la mayoritaria etnia pastún y bautizado por sus seguidores como el “emir de las dos hijas” por su lucha contra los soviéticos y los estadounidenses, ha declarado durante la campaña electoral que busca un “gran cambio” en el sistema político.
Muchos en Afganistán no olvidan el sobrenombre por el que se conoce a Hekmatyar: “el carnicero de Kabul”, después de que bombardeara de manera continuada la capital en 1992, cuando trataba de controlarla, causando al menos mil muertos y 8 000 heridos.
Para Estados Unidos, Al Qaeda no es la principal amenaza a corto plazo en Afganistán, donde su ejército combate a la insurgencia talibán que ahora, reitero, controla más territorio que en cualquier momento desde que comenzó la guerra.
Aunque se dice que otro fuerte rival es el Estado Islámico, lo cierto es que hay comprobadas evidencias de que más de 3 000de susintegrantesfueron transportados por EE.UU. desde Siria a territorio afgano para combatir a los talibanes, de quienes son enemigos declarados.
Por lo pronto, e independientemente de que los talibanesno sean muy queridos porsus actitudes retrógradas hacia las mujeres, lo cierto es que estos y otros elementosque le apoyan constituyen lo más sólido de una resistencia a la que Estados Unidos no ha podido vencer.

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