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FAO y CEPAL: sendas advertencias

2 de noviembre de 2017

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Dos de las agencias especializadas más prestigiosas y académicamente rigurosas de las Naciones Unidas –la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (CEPAL) emitieron en días pasados serias advertencias acerca de aspectos relevantes de la situación mundial que corresponden a la esfera de trabajo y estudio por parte de cada una de ellas, con la evidente intención de resaltar la gravedad actual de ambas y la necesidad de rectificaciones, si aún son posibles, ante el rumbo desastroso a que se encaminan, para desgracia de “los pobres de la tierra” como las llamara José Martí.

Aunque no revelan claramente las causas, ambas organizaciones son lo suficientemente explícitas como para hacer entender los orígenes y motivos de los graves problemas que señalan, sin necesidad de calificar por su nombre al depredador capitalismo y al injusto orden económico internacional hegemónico y dominante sobre buena parte de la humanidad.

La FAO, por ejemplo, se alarma porque por primera vez en una década el hambre en el mundo, aumentó y afecta hoy a 815 millones de personas, a los que se añaden la proliferación de conflictos bélicos y los cambios climáticos y desastres naturales, que desembocan todos en una emigración masiva y descontrolada.

El 11 por ciento de la población mundial –según estos estudios de la FAO– padece hambre en la actualidad y la cifra sigue incrementándose a consecuencia de los males antes señalados, estableciéndose un círculo vicioso en franco crecimiento donde, como de costumbre, los países del Tercer Mundo llevan la peor parte.

El director general de esa entidad afirmó, entre desesperado y esperanzado: “Para salvar vidas, necesitamos reconstruir el entorno en el que viven las personas, fortaleciendo su resiliencia y asegurando sus medios de subsistencia para ofrecerles la posibilidad de una vida digna”.

Por su parte, la CEPAL en el documento que tituló “Brechas”, puso el dedo en la llaga al llamar a fortalecer el papel del Estado como regulador de la economía, redistribuidor y fiscalizador, con lo que echó un balde de agua fría a los neoliberales en boga.

Plantea que la noción de igualdad no solo se refiere a una igualdad económica o de medios sino también al “ejercicio de derechos y el desarrollo de capacidades·” y a la “igualdad de género, étnica y racial”, entre otras.

El documento, sobre ejes y desafíos entre lo social y lo productivo, va más allá de las habituales consideraciones académicas de la CEPAL y propone “avanzar hacia una cultura de la igualdad que deje atrás la cultura del privilegio y la injusticia social”.

Aunque reconoce avances en las décadas pasadas gracias a la adopción de políticas y programas favorables, alerta ahora sobre el “riesgo de retroceso” que se vive en América Latina y el Caribe como consecuencia de la actual coyuntura.

En el propio informe, se revelan datos de una encuesta en 17 países de la región (2002-2015) donde 7 de cada 10 hogares “no logran mínimos simultáneos de inclusión social y laboral”.

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