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Exterminador en Colombia

17 de febrero de 2014

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Quizás usted haya oído que cualquier situación de algún interés o relevancia , generalmente perjudicial para el mundo, es dirigida -encubierta o no- por la familia Rockefeller. Y aunque no todo es así, bastante lo es, como que la tristemente célebre empresa Monsanto es de su propiedad y que ese clan es responsable de lo que ha hecho  para perpetuar su poder, como en Colombia.
Además, otro “cerebro” también tristemente célebre y ligado a la familia, Henry Kissinger, ha sido el autor intelectual de tantas fechorías, como el procedimiento para asesinar al presidente Salvador Allende y la parafernalia genocida posterior en el mismo año del golpe fascista en Chile, 1973, reflejado en mayor dimensión en estas líneas que hablan del quehacer  “rockefeliano”, mediante sus testaferros, en Colombia: “Controla los alimentos y controlarás a la gente. Controla el petróleo y controlarás a las naciones. Controla el dinero y controlarás el mundo”.
Muchos podrían pensar que si se eliminaran a los Rockefeller, las cosas se arreglarían, pero no es así, porque la cadena delincuencial es larga, y así se demostró con el caso de los alimentos transgénicos, tema necesariamente extenso, que circunscribiremos a Colombia, por su actualidad y el debate entre el Gobierno y las guerrillas que tiene lugar en La Habana
APARICIÓN NO DIVINA
La aparición de las semillas transgénicas o modificadas genéticamente (OGM), uno de cuyos principales dueños, subrayamos,  es la empresa Monsanto de propiedad de Rockefeller, no solo ha traído consecuencias nefastas para el ecosistema y para la salud humana sino que se ha convertido en puntal fundamental del control perverso sobre la vida.
El OGM es una semilla “terminator”, ya que no produce nueva semilla una vez se desarrolla la planta, con lo cual el agricultor queda prisionero de Monsanto, viéndose forzado a comprar, cada vez que quiere sembrar, la semilla “certificada” que la misma exterminadora. Esta concentración de poder en Monsanto ha sido posible por el vasallaje de los Estados con la multinacional. En Colombia, la alianza estratégica entre la empresa Monsanto y el anterior gobierno, el de Uribe, fue dada a conocer por la prensa en el 2007.
A partir de entonces, se expiden una serie de resoluciones mediante las cuales se criminaliza la semilla de costal (aquella que el campesino guarda con cada cosecha) y se  impone por ley criminal la semilla transgénica de la multinacional Monsanto, que en Colombia se llama Compañía Agrícola Colombiana Ltda.
En un artículo titulado “¿Semillas delincuentes?” Ana Milena López, ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional de Colombia, denuncia la persecución en el país a los campesinos que guardan la semilla de costal o semilla orgánica, natural.
Para ello, dice la ingeniera, “el ICA (Instituto Colombiano Agropecuario)  ha cumplido su función de expedir y aplicar la Resolución 970 de marzo del 2010, que legisla sobre requisitos para producción, acondicionamiento, importación, exportación, almacenamiento, comercialización y uso de semillas en el país, su control y otras.
En el 2011, funcionarios del ICA destruyeron un millón de kilogramos de semillas de costal de arroz, papa, maíz ,trigo, pastos, arveja,cebada, frijol y habichuela en Tolima, Huila, Casanare, Boyacá, Córdoba y César; y en agosto último hicieron igual con 62 toneladas de semillas de arroz en un basurero de Campoalegre, Huila, y llevaron a juicio a numerosos campesinos.
Más recientemente, la Federación Nacional de Cafeteros obtuvo también la autorización para trabajar OGM con café y tabaco enano.
El régimen uribista legisló el llamado Proyecto Matriz, que convierte a las semillas orgánicas tradicionales -transmitidas de generación en generación- en “semillas contaminantes” y amenaza para la “seguridad’ en los alimentos”.
Con ello se obvia la realidad: las semillas naturales no son patentables y las semillas artificiales o transgénicas sí. Todo un proyecto criminal de las grandes corporaciones para apoderarse de la naturaleza y controlar los alimentos y la vida misma.
Mientras se persigue a los campesinos, a las grandes multinacionales del sector agropecuario no les basta que el negocio tenga excelente rendimiento, sino que hay que desaparecer del planeta las semillas orgánicas y los agricultores y campesinos que las cultivan, por lo cual el tema agrario es indispensable resolverlo no solo en la mesa de las importantes y necesarias conversaciones del gobierno del presidente Juan Manuel Santos con las guerrillas, si no hay que llevarlas cuidadosamente a la práctica, teniendo en cuenta los antecedentes aludidos.

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