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Expectativas en Mali

4 de septiembre de 2013

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La primera decisión del nuevo presidente de Mali, Ibrahim Boubakar Keita, fue destituir al jefe del golpe militar de marzo del pasado año, Amadou Haya Sanogo, un hombre entrenado por Estados Unidos, con el fin de eliminar todas las trabas a una política que pretende, según él, ser justa y mantener la unidad del país.
Keita es considerado un hombre con fuertes lazos con el actual presidente Francois Hollande y el Partido Socialista de Francia, cuya intervención militar en Mali se produjo bajo el pretexto de evitar la división del país y la creación de una república controlada por presuntos terroristas.
Está claro que el golpe liderado por Sanogo, justificado a raíz de la inacción del Gobierno frente a la revuelta armada de los rebeldes tuaregs, terminó beneficiando a estos, quienes aprovecharon la situación de desconcierto en Bamako para avanzar rápidamente en la conquista de las ciudades reclamadas.
Según recogen diversos medios de comunicación, los rebeldes aseguraron que con la conquista de la histórica ciudad de Tombuctú, dieron por terminado su avance sobre el territorio maliense, pero París no esperó mucho para intervenir, aparentemente en forma precipitada, pero ya tenía realmente el aval y apoyo de sus principales socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, así como aprovechó disensiones creadas en la época colonial con los países fronterizos. En cuanto al nuevo mandatario, nació en Koutiala (región de Sikasso, sur del país) en 1945, realizó sus estudios en Dakar y París, donde se especializó en Historia y Relaciones Internacionales. En la capital francesa inició su compromiso político y su lucha contra el régimen militar del dictador Moussa Traoré.
A su vuelta a Bamako, fue uno de los creadores de la Asociación por la Democracia en Malí (Adema), y cuando Traoré es derrocado por un golpe de Estado, en marzo de 1991, Keita, que entonces trabajaba para una ONG francesa llamada Tierra de Hombres, es llamado a ocupar responsabilidades de gobierno.
Primero embajador, luego ministro de Asuntos Exteriores y finalmente primer ministro durante seis años (1994-2000), por ser el hombre de confianza del presidente Alpha Oumar Konaré. Fue en ese periodo que Keita se ganó la fama de hombre duro, que ha contribuido a su más reciente victoria electoral.
Conocido como Kankeletigui (el hombre que sólo tiene una palabra, en bambara, la lengua nacional) supo lidiar al mismo tiempo con una rebelión tuareg, con la que se mostró intransigente, y con la represión a trabajadores sindicatos y estudiantes que exigían reformas más profundas.
Siempre ha sido un político ambicioso. Al darse cuenta de que su partido no le iba a apoyar para las elecciones presidenciales del 2000, abandona Adema y crea su propio partido, Agrupación por Malí. Derrotado en sendas elecciones presidenciales del 2002 y el 2007 por Amadou Toumani Touré, Keita, quien también fue vicepresidente de la Internacional Socialista, durante cinco años llegó a ser presidente de la Asamblea Nacional. Sin embargo, su mirada estaba puesta ya en el sillón presidencial y anunció su candidatura a los comicios del 2012, que en marzo de ese año se vieron frustrados por el golpe de Estado de Sanogo, a quien, como subrayamos, acaba de destituir.
En tan breve espacio es difícil explicar pormenorizadamente el conflicto en el norte del país, tomado como pretexto por Francia para su intervención militar, que impidió por el momento la secesión. Este no es reciente. Data desde la propia delimitación de Malí como país, en la Conferencia de Berlín de 1884, donde naciones europeas trazaron una estrategia en la expansión colonial en África, repartiéndose el territorio en base a criterios económicos y sin tener ninguna consideración por las poblaciones locales, sus tradiciones y culturas.
En muchos casos se unieron etnias históricamente enfrentadas en un mismo país, por lo cual, desde la independencia reclaman la secesión (como ocurrió en Sudán, dividido recientemente en dos países). Esta configuración o conformación ha pasado a la historia con la expresión de que estos países se diseñaron “con regla y escuadra”. En el caso de Malí se percibe claramente al mirar sus límites geográficos en un mapa.
Por lo pronto, Keita tiene que lidiar con ello, creando situaciones que impidan movimientos separatistas, sea de los tuareg o de grupos islámicos. Pero, además, tendrá que defender la explotación de de las riquezas naturales, principalmente en la parte norte, a favor del pueblo maliense y en contra de la ambición de compañías de la antigua potencia colonial francesa, Gran Bretaña, España, Estados Unidos y Australia.
Tarea difícil para el denominado Hombre de una sola palabra, con virtudes y defectos, pero que acaba de ser votado ampliamente para Presidente de Mali en elecciones consideradas limpias.

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