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Evidente oportunidad para la paz

21 de septiembre de 2018

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Emocionante fue el calificativo utilizado por Donald Trump al referirse a la sin duda importante y añadiría honesta cumbre realizada durante tres días en Pyongyang, la capital de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), entre el líder norcoreano, Kim Jong-un y su par del Sur, Moon Jae-in, una reunión nada deseada por el gabinete de halcones que asesora al multimillonario presidente norteamericano y que hizo de todo para evitarla.

Pero ignoraba la mentalidad coreana nunca olvidada de que, pese a las diferencias que la agresión y ocupación estadounidense durante décadas han dejado latentes, Corea es una sola nación, ahora dividida por sistemas diferentes que pueden convivir y emprender un camino mejor, tal como demostró este evento.

Y así se avizoraba desde el recibimiento popular al dignatario surcoreano, precedido por un acuerdo militar entre las dos partes para evitar cualquier tipo de conflicto.

En cuanto al multimillonario inquilino de la Casa Blanca, no sólo incumplió lo prometido de allanar el camino para una solución pacífica en la reunión que sostuvo con Kim en Singapur, presionado por una nación mucho más pequeña, que ha tenido la necesidad de esgrimir la nada deseada posibilidad de utilizar el arma nuclear en caso de una agresión norteamericana.

Pero Trump no sólo no eliminó las sanciones impuestas a Norcorea, sino que las aumentó, y, en el colmo de lo ilógico y absurdo,  presionó a China y Rusia –aliados de Pyongyang–  para que se sumaran al esfuerzo imperialista para hambrear al agredido pueblo.

Ahora, como se dice popularmente, la pelota está en el campo norteamericano, porque el coreano demostró con creces que  está dispuesto a emprender la vía pacífica, y así se demostró en lo acordado en la capital de la República Popular  Democrática de Corea. Allí, sobresalió la disposición de la RPDC de desmantelar su principal central atómica, Yongbyon, todo supervisado internacionalmente, e iniciar el proceso de desnuclearizar TODA –así, en altas– la península coreana,

Moon, a quien Trump tuvo que admitir como interlocutor, destacó que las dos Coreas acordaron “remover todos los peligros que podrían causar guerras en la península|. La desnuclearización completa se encuentra en un futuro no tan distante”.

Y es porque además de Yongbyon, Corea Democrática también quiere desmantelar su centro de pruebas con cohetes en Sohae, en la costa oeste, así como la base de lanzamiento que se encuentra allí bajo supervisión de inspectores internacionales.  Expertos estadounidenses habían informado en julio último que la RPDC  había comenzado ya con el desmantelamiento de esa instalación, pero  la propaganda imperialista hizo caso omiso de esa admisión y no con lo expuesto falsamente  por Trump de que el Norte no había hecho nada.

En la Declaración de Pyongyang se recoge los avances del encuentro entre ambos dignatarios, quienes quieren presentar una candidatura conjunta para la organización de los Juegos Olímpicos del 2032.

La idea es que ambas partes creen distintas “zonas tapón” y zonas de prohibición de vuelo cerca de la fuertemente vigilada frontera. A partir del primero de noviembre, las dos partes quieren finalizar, además, con los correspondientes ejercicios militares destinados a su vecino cerca de los límites.

Con las zonas de prohibición de vuelo se pretende evitar incidentes no deseados. Una “zona tapón” en el Mar Amarillo evitará que se practiquen allí maniobras por  la Marina.

Coincidiendo con la llegada de Moon al Norte, el principal periódico norcoreano, Rodon Sinmun, había dicho que Estados Unidos era el responsable de la falta de avances en las conversaciones para la desnuclearización.

Washington insiste obstinadamente en que el Norte desmantele sus armas nucleares primero, una postura que fue rechazada en los pasados diálogos RPDC-EE.UU., al tiempo que no muestra voluntad de generar confianza, “incluyendo la declaración del final de la guerra a la que ya se había comprometido”, expuso el rotativo.

Esta declaración fue implícitamente admitida por los dos reporteros de The New York Times presentes en la cita, que reunió a unos 2 700 periodistas del mundo, al comentar que a Trump le ha de ser molesto que el Presidente surcoreano tenga tanta iniciativa y se adelante a las jugadas perentorias de EE.UU., que hasta ahora ha seguido insistiendo en un “desmantelamiento sustancial en el que Corea del Norte deseche todo su programa de armas antes de levantar las sanciones”.

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