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Europa naufraga con los náufragos

6 de abril de 2021

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Nunca se podrá conocer exactamente el número de refugiados que han perecido ahogados en el Mediterráneo, pero sí muchos de ellos podrían haber sido salvados si la ayuda se hubiera llegado a tiempo, porque, simplemente, no existió, ni existe, voluntad para hacerlo.

Los causantes tratan de impedir que sigan llegando náufragos que atraviesan sus fronteras e invadan sus vidas, como pago a tanto mal que han hecho a los pueblos subdesarrollados, invadidos y saqueados del continente africano y del Medio Oriente.

Incluso, los promotores del mal han admitido que con la agresión a Libia y el asesinato de su líder, Muammar Ghadafi, el problema se desató en toda su plenitud. “La afluencia de refugiados a Lampedusa y de ahí a Francia hace lamentar la desaparición del régimen de Ghadafi”, lamentó el senador derechista Philippe Marni.

Las costas libias son de hecho el punto más intrincado Por allí pasan los candidatos a la inmigración provenientes de los países del Cuerno de África, que es una de las regiones más pobres del mundo. Se trata de Somalia, Yibutí, Eritrea y Etiopía, todo esto sin agregar que muchos de los pobladores de los países fronterizos con Libia encontraron allí refugio, trabajo y alimentación, gracias a Ghadafi, quien había convertido a su nación en la más próspera del continente.

Todo esto desapareció con la agresión incoada por Estados Unidos y seguida por aliados europeos.

Ello provocó el resquebrajamiento del país, la aparición de dos gobiernos y la afluencia de grupos terroristas y mercenarios que se dedicaron al saqueo y el asesinato, obligando a huir a muchos de sus habitantes y refugiados.

Al igual que lo que ocurre con los centroamericanos que tratan de llegar a Estados Unidos, muchos caen en las garras de los traficantes, que organizan los viajes a cambio de unos 1 200 euros.

Todo sigue igual. Los dramas se acumulan y quienes se encuentran en peligro en alta mar ni siquiera pueden contar plenamente con la solidaridad de los pesqueros.

Y a pesar de medidas paliativas, Europa naufraga con los náufragos africanos, y vuelve el rostro cada vez que las frágiles embarcaciones se hunden en el Mediterráneo.

La Unión Europea, pese a la década de este fenómeno, no tiene plan, ni criterios comunes, y lo único que saca de la manga son medidas de represión preventiva que consisten en aislar a los migrantes, en muy pésimas condiciones, por lo cual, muchos de ellos se ven obligados a huir a otros lugares del llamado Viejo Continente.

No se cumple plenamente el principio europeo según el cual el primer país donde llega el emigrante debe gestionar su demanda de asilo y ocuparse de él, incluso bajo el peso de este drama.

No hay ningún dirigente valiente que ponga sobre la mesa el tema migratorio de manera realista y colectiva, por el avance de la extrema derecha.

Y es que los responsables políticos de izquierda y derecha mezclan sutilmente las ideas de los más reaccionarios, hasta confundir voluntariamente la inmigración con la delincuencia, el desempleo y ahora con la expansión de la COVID-19.

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