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Estupor y realidad en Brasil

10 de octubre de 2018

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No se lo imaginaba ni el propio Jair Bolsonaro, en su atípica campaña como aspirante a la presidencia de Brasil. Fue un domingo aciago para muchos, pero de realidad irrebatible cuando la sumatoria de votos superó los 49 millones de quienes marcaron su nombre en las boletas.

El Brasil de los últimos años está lleno de sorpresas –generalmente malas– como el golpe de Estado parlamentario contra Dilma Rousseff o el apresamiento de Lula.

Parecen cosas increíbles, de ficción, pero sin embargo son realidades. Y no seamos ingenuos, la derecha brasileña y sus asesores estadounidenses siempre supieron que a Lula había que sacarlo del entorno electoral e, incluso, inventar la incivilizada mentira de que no podía ejercer el voto como lo establece la Constitución del país, porque en la cárcel donde está ilegalmente preso no había una cantidad suficiente de reos como para abrir un colegio electoral.

Todo transcurría en un clima que hacía pensar en lo imposible de que el pueblo votara a favor de Bolsonaro, un hombre que ha tenido reiterados discursos racistas, xenófobos y de ultraderecha.

¿Cómo creer que en un país de mayoría negra o mulata, se pueda votar a favor de un racista?

Es inimaginable que el candidato que defiende la tortura y la violencia policial ha sido votado mayoritariamente para que asuma el mando en el gigante sudamericano.

Resulta casi increíble que este ex capitán del Ejército brasileño, amante del régimen militar que Brasil tuvo de 1964 a 1985 y que ha elogiado abiertamente a un torturador reconocido por la justicia, haya llegado a alcanzar una cifra muy superior de votos a favor de lo que predecían las encuestas, y que le faltó muy poco incluso, para haber ganado en la primera vuelta.

Alguna gran prensa carioca ha asumido la alta votación de Bolsonaro como algo que será irreversible en la segunda vuelta el próximo 28 de octubre.

Quizá ni siquiera precise tejer muchas alianzas: le bastaría captar cuatro puntos más entre los votantes que rechazan al Partido de los Trabajadores (PT), señala un despacho de BBC Mundo.

Y agrega: para ser presidente le alcanzaría con sumar el 4,8% de votos que tuvo el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), un rival tradicional del PT que se desplomó en esta elección.

Comparan su caso con el de Donald Trump, en Estados Unidos, y hacen coincidir el criterio de que los brasileños votaron por él, como los norteamericanos por Trump, como un castigo al sistema  (establishment) que ha imperado en ambos países.

Debo recordar que no por gusto se montó todo el andamiaje supuestamente judicial para acusar de corrupción a Lula y así sacarlo de la contienda electoral, pero, además usar como campaña a favor de Bolsonaro, la bandera de la lucha contra la corrupción, identificando a esta con el Partido de los Trabajadores y sus líderes.

Alguna prensa lo ha calificado como “el Trump brasileño”, estableciendo algunas comparaciones con el mandatario estadounidense.

Y si en algo se parece al magnate inmobiliario que ocupa la silla en la Casa Blanca es en su historial de diatribas que han encabezado sus discursos y debates parlamentarios, donde, archiva ofensas a una congresista a la que calificó de “demasiado fea para violarla”.

También cuando proclamó en 1993 en la Cámara de Diputados que estaba a favor de la dictadura y argumentó que “jamás resolveremos los graves problemas nacionales con esta democracia irresponsable”.

Como si esto fuera poco, en 2017, generó una gran controversia al anunciar que si llega a la presidencia acabará con las reservas indígenas y los “quilombolas” (palenques, asentamientos en los que se refugiaban los esclavos rebeldes en Brasil y en las que ahora viven sus descendientes) porque obstaculizan la economía.

En referencia a los residentes de los quilombolas (principalmente afrodescendientes), Bolsonaro aseguró que “no sirven ni para procrear”, señala un artículo de BBC Mundo.

Creo que lo expuesto hasta aquí es suficiente para que conozcamos al personaje por el cual un 46% de los votantes lo favorecieron y es muy posible que gane la segunda vuelta del 28 de octubre, aun con esos atributos s a cuesta, y se instale en la presidencia de Brasil.

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