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Estrategia que sigue

28 de octubre de 2019

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Quizás el intento más elaborado por el imperialismo norteamericano para sacar del poder a Evo Morales acaba de fracasar, al lograr el Presidente de Bolivia el respaldo popular para un cuarto mandato consecutivo, en unos comicios inobjetablemente transparentes, abierto al público, difícil de superar.

Sin dudas, estas fueron las elecciones más cerradas de los últimos tiempos, aderezadas con la sempiterna amenaza de los candidatos opositores de que no reconocerían el resultado si Evo triunfaba.

Con esta victoria se asegura la continuación del .programa que ha sacado a la nación del mundo de miseria en que lo había sumido la mala gobernanza de regímenes guiados de la mano por el imperialismo norteamericano

En Bolivia, por ejemplo, la conquista del poder mediante las urnas fue lograda tras una de las apuestas más consistentes para desmantelar el Estado nunca vistas en el continente, la cual comenzó con la liquidación de las minas de estaño y culminó con la privatización –capitalización en el lenguaje del neoliberalismo boliviano– de las principales empresas públicas, la rescisión del control estatal sobre los recursos naturales y la paralización del poder del gobierno para imponer forma alguna de regulación.

Esta fue la situación heredada por el gobierno de Evo, que sin vacilaciones comenzó a implementar su programa estratégico: nacionalización de los recursos naturales, empezando de modo más urgente por el gas; convocatoria de una Asamblea Constituyente; y primeros pasos hacia la reforma agraria.

El programa de nacionalización no pudo prescindir de la colaboración con las empresas extranjeras, porque el Estado no podía soportar la carga inversora y la compañía del gas boliviana se habría visto privada de sus gestores y técnicos más cualificados. Lo mejor que pudo hacer el gobierno fue elevar los impuestos por exportación de gas del 18% al 84%, creando de este modo un fondo crucial para cubrir el grueso del gasto público en programas sociales, que se hallan dirigidos fundamentalmente a niños y ancianos.

En lo que atañe a la Asamblea Constituyente, el gobierno había previsto originalmente la representación directa de los pueblos indígenas y de todos los movimientos sociales, excluyendo, sin embargo, a los partidos políticos, lo cual le habría otorgado una aplastante victoria contra la oposición.

La nacionalización ha significado, entre otros, la renegociación de los contratos que tenían las empresas petroleras transnacionales con el Estado boliviano. Por otra parte, el gobierno logró aumentar los precios de venta de gas a Brasil y Argentina.

Dicha renegociación, así como el aumento de los precios de venta está permitiendo al gobierno contar con mayores ingresos. En efecto, la denominada Renta de Hidrocarburos” (impuestos, regalías y otros) en los últimos años ha registrado una tendencia ascendente.

El gobierno ha utilizado esta renta para implementar el bono “Juancito Pinto” y el bono “Dignidad”: el primero destinado a los niños para que sigan estudiando y el segundo para las personas de la tercera edad.

Estas no son las únicas medidas sociales que ha tomado el gobierno. En el campo de la educación, se llevó adelante una importante campaña de alfabetización. Asimismo, en el campo de la salud, contando con ayuda de Cuba y Venezuela, se construyeron centros de salud y se atendieron  a personas de escasos recursos. Estas medidas y otras están contribuyendo a incrementar la estima que siente la población por el gobierno del Movimiento  al Socialismo.

Volviendo a la nacionalización de los hidrocarburos, cabe notar que esta medida fue acompañada por todo un discurso nacionalista que no solamente reivindicaba la recuperación principalmente del gas, sino de todos los otros recursos naturales y los servicios básicos. Materializando este discurso se procedió a nacionalizar principalmente el Complejo Metalúrgico Vinto y la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL), la más importante del país en dicho rubro. En el primer caso el gobierno indicó que con esta nacionalización se “ratifica el derecho soberano del Estado boliviano a disponer de sus recursos naturales y de sus empresas” y que además se trataría “de una medida soberana que recupera la lucha histórica de los bolivianos por su independencia económica”.

En el caso de ENTEL, Evo indicó que “con esta nacionalización se está avanzando en lograr que los servicios básicos, sea teléfono, agua o electricidad, “no pueden ser un negocio privado” y llamó a los mandatarios del mundo a que éstos sean considerados “parte de los derechos humanos”.

Frente a esta medida el ejecutivo de la Central Obrera Boliviana felicitó a Morales y sus ministros “por los decretos y los cambios” que dan respuesta a “la sangre del 2003, del 2005; estamos viendo la nacionalización de algunas privatizadas y ese era el clamor de nuestros mártires”. Una muestra de apoyo que consideramos es ampliamente respaldada por una mayoría de la población boliviana.

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