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Estrategia del bombero incendiario

25 de enero de 2016

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Medios informativos de Occidente tratan de ocultar la política de terror desatada por el gobierno de Turquía contra los kurdos en general, y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en particular, luego del reciente asesinato a mansalva de 265 de sus miembros en el este turco, hechos prisioneros horas antes.
Cuestión poco divulgada, subrayo, como lo fue hace unos meses el asesinato de por lo menos 21 jóvenes socialistas en la ciudad de Suruc, hecho que la propaganda de Ankara y de las capitales europeas se apresuró en atribuir a un atacante suicida.
Todo esto conforma el panorama turco, cuando, a instancias de Estados Unidos, se utiliza al gobierno de Erdogan para oponerlo a la acciones de Rusia y Siria contra el Estado Islámico, al tiempo que se utiliza a Ankara para, por primera vez, emprender supuestamente ataques aéreos contra el EI.
Todo forma de una estrategia denominada “disruption”, o sea, se hunde a uno haciendo crecer al otro, luego hunden a este haciendo recrecer al primero. Hoy van a por Rusia, dentro de 10 años la inteligencia imperial tratará de utilizar a Rusia para reducir a Turquía, algo que parece irrealizable en las circunstancias actuales, pero nada absurdo cuando se recuerda que EE.UU. es el bombero incendiario que corre como loco de un incendio a otro.
En cuanto a Moscú, paciencia y decisión van aparejadas para oponerse al establishment estadounidense –propugnador del terrorismo de Estado– que maneja el concepto de terrorismo a su antojo, al desacreditar a un movimiento legítimo, llevándolo a la ilegalidad como es el caso de los movimientos de liberación.
Se sabe que Turquía, cuando dice que ataca al EI, lo hace contra los kurdos, que sí golpean a esa organización terrorista, pero la propaganda occidental lleva esa definición a todos los grupos de la etnia presente también en Irán, Siria e Iraq.
Según la definición occidental del terrorismo, podríamos cualificar todos los movimientos kurdos de terroristas, porque desafían la autoridad estatal y algunos de ellos acuden a la violencia. A pesar de esas características idénticas, la comunidad internacional hace una distinción bastante paradójica entre los movimientos kurdos: movimientos de liberación y “movimientos terroristas”.
Estados Unidos hace más complicada la paradoja, considerando el movimiento “madre” (PKK) como terrorista en Turquía y una de sus ramas (PJAK) como movimiento “necesario” en Irán para las reivindicaciones del pueblo kurdo.
Desde la creación de la República en 1923, las autoridades turcas reniegan totalmente de la existencia del pueblo kurdo y cualifican sus reivindicaciones de terrorismo.
Pero muchos quizás no conocen que el PKK fomenta en estos momentos la construcción de un confederalismo democrático, es decir, busca, dentro de los cuatro estados que ocupan Kurdistán, crear asambleas regionales con una verdadera participación democrática de todos los pueblos que habitan la región.
O sea, no se trata de cambiar las fronteras que ya existen, si no conquistar derechos democráticos dentro de los límites de los Estados-Nación en los que viven, una opción que se antoja lógica, porque si se intenta crear un nuevo estado kurdo, no pudiera sobrevivir ante los ataques militares de que sería objeto.
Para la mayoría de los kurdos, el confederalismo democrático permite aportar una solución anticolonialista, anticapitalista y antiimperialista en el Medio Oriente, por lo cual el PKK es tildado incorrectamente de comunista y terrorista por Estados Unidos, que aupa y alienta las acciones del actual gobierno de Ankara tanto contra ese partido, como otros que, de una forma u otra, tratan de librarse de la opresión.
En este contexto, la dirigencia del PKK ha hecho un llamamiento para acabar con más de 40 años de enfrentamiento con el Estado turco y abogar por una solución democrática, redefiniendo una ciudadanía “libre, igualitaria y constitucional en el marco de la República de Turquía”.
Todo ello en medio de la vorágine agresiva con que Estados Unidos incendia la región, como pasó con la propia creación del EI, al que dice ahora combatir, en ese estilo de disruption al que no le importa cuántas vidas se pierdan, de aliados o no, si con ello logra consolidar sus intereses.

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