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Estados Unidos regresa a Irak

27 de junio de 2014

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A partir de la masiva entrada a Irak con fines de ocupación y de creación de un llamado Califato Islámico en el territorio que abarcan las actuales zonas fronterizas entre este país y Siria, por parte de fuerzas islámicas sunitas agrupadas bajo el nombre de Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), la compleja situación del Medio Oriente ha dado un viraje espectacular volviéndose aun más incierta y confusa e implicando directamente a un mayor número de actores.

Se sabe que era esta una vieja aspiración de elementos extremistas iraquíes, algunos procedentes de Al Quaeda y otros procedentes de una abigarrada coalición que no excluye a remanentes del gobierno de Saddan Hussein, todos reunidos ahora bajo una denominación común sunita y enfrentada al actual gobierno iraquí de mayoría chiita en lo fundamental, regido por el primer ministro Nuri Al Maliki y obviamente cercano al vecino Irán.

Todo indica que el EIIL, armado, organizado y financiado en sus inicios por Estados Unidos y la OTAN como parte de la guerra de agresión lanzada desde hace más de tres años contra Siria tenía su agenda propia y se cuidó de hacerla muy visible, mientras trataba de consolidar sus fuerzas dentro del territorio sirio y lanzó desde hace pocos meses ataques contra ciudades iraquíes. Se afirma, además, en medios de prensa árabes, que las acciones del EIIL no son ajenas a algunas monarquías petroleras del Golfo, señalándose específicamente e3l posible papel de Arabia Saudita como otro factor de apoyo.

Lo cierto es que la hasta ahora indetenible y aparentemente sorpresiva para los servicios de inteligencia occidentales invasión y ocupación de vastos e importantes territorios del norte y el oeste de Iraq, -llegando casi hasta la frontera con Jordania, un estrecho aliado de Estados Unidos,- ha colocado a la Administración Obama en posición verdaderamente difícil en cuanto a las opciones que deberá asumir ante estos acontecimientos que ponen en peligro la estrategia regional que supuestamente venían desarrollando, con la cooperación de un conjunto de aliados regionales.

Tras la desorientación inicial, el viaje del secretario Kerry parece ir aclarando un tanto las cosas. Aprovechando los llamados de ayuda hechos por el propio gobierno iraquí, al que lo unen acuerdos de seguridad vigentes, Washington decidió hasta ahora una ayuda limitada en instructores y vuelos de drones que contribuyan a detener el avance del EIIL, mientras ganan tiempo para una negociación en que pudiera decidirse el futuro de Irak como una sola nación.

No faltan quienes afirman que, en definitiva, la desintegración de este país fue siempre el objetivo de Estados Unidos mediante las guerras que lanzó contra el errático Saddam Hussein, y que ahora se halla cercano a obtenerlo por la vía menos esperada.

Si finalmente se concretara, -como consecuencia de estos hechos y de esta invasión de oscura inspiración, -la desintegración de Irak y su conversión en tres estados confesionales (sunita, chiita y kurdo) se harían realidad los viejos propósitos de Estados Unidos e Israel.

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