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Estados Unidos-Alemania: ¿matrimonio en dificultades?

11 de julio de 2014

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Cuando aún no han cicatrizado las heridas abiertas por causa de la insólita  intercepción realizada por los servicios de inteligencia estadounidenses a los teléfonos de la canciller alemana Ángela Merkel -que recibió excusas y promesas personales del presidente Barack Obama-, otros escándalos de espionaje por parte estos mismos servicios contra sus amigos y aliados alemanes  han  creado  nuevas  dificultades y recelos en las relaciones supuestamente armoniosas y de mutua colaboración entre Washington y Berlín.

Las revelaciones del ex agente CISA/NSA Edward Snowden, que dieron origen a este diferendo -hoy en fase de complicación-, se han visto plenamente confirmadas y el gobierno de Estados Unidos no ha sido capaz siquiera de ponerlas en duda, intentando huecas disculpas.

No habiéndose aplacado la tormenta política y ética motivada por el expediente de Snowden, tras el cual ambas partes intercambiaron cumplidos buscando no profundizar en los daños, estallan ahora dos casos, en que aparecen involucrados un “agente doble” del Servicio Federal de Inteligencia de Alemania (BND) y un militar que -según informan medios de prensa alemanes-, se desempeñaba en el Ministerio de Defensa de ese país.

En el primero de los dos, ha aparecido públicamente que el acusado vendió a la CIA más de doscientos documentos secretos relacionados precisamente con el espionaje estadounidense dentro de Alemania y la investigación parlamentaria que se lleva a cabo por parte del parlamento alemán.

A tal grado de deterioro llega la situación, que el presidente alemán Joachim Ganck advirtió a sus socios que se estaría “poniendo en juego la amistad entre ambos países”, y añadió: “ya basta”, en una entrevista con la emisora ZDF.

El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, (del partido socialdemócrata SPP) citó al embajador yanqui para pedirle explicaciones y afirmó que Estados Unidos debería “colaborar de forma lo más rápido posible para esclarecer el asunto. Estados Unidos debería hacerlo en su propio interés, enfatizó.

Del otro lado del Atlántico se han escuchado también voces que, teniendo en cuenta la gravedad del caso y su elevado costo político para la actual Administración, llaman a la calma y al pragmatismo, como hizo la ex secretaria de Estado, Hilary Clinton, durante una presentación de su libro “Decisiones difíciles”, en la capital alemana. Clinton consideró las relaciones entre su país y Alemania como “necesarias y muy intensas”, calificando a la canciller Merkel como su amiga y la llamó “la mayor líder de Europa”.

El diario “The New York Times” dijo que todo este asunto amenaza con echar por tierra la labor desplegada por recuperar la confianza de los alemanes después que salieran a relucir las anteriores prácticas masivas de espionaje por parte de los servicios estadounidenses.

Para los amigos y aliados de Estados Unidos -obviamente,- se ha de convertir en una advertencia y una preocupación.

Lo ocurrido en medio de las relaciones carnales de todo tipo entre ambas naciones desnuda la voracidad sin límites del Imperio y hace sonar las alarmas a quienes hayan depositado su confianza en él.

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