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Espionaje sin barreras

8 de noviembre de 2013

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Si usted ha seguido minuciosamente todas estas cuestiones relativas al espionaje mundial de Estados Unidos contra el mundo, incluidos el propio y el de sus “amigos”, se dará cuenta que la inmensa mayoría de sus socios europeos conocían del asunto y solo saltaron cuando el ex agente del Consejo Nacional de Seguridad norteamericano Edgard Snowden dio a conocer las intimidades al respecto.
Fíjense si los espiados conocían y se preparaban en este sentido, que medios de prensa británicos afirmaron en diferentes reportajes que los ciudadanos de ese archipiélago europeos conocían que eran espiados y hasta lo justificaban en aras del combate al terrorismo.
También en España nadie se escandaliza acerca de que el Ministerio de Justicia propusiera meter “troyanos’” en muchos ordenadores, con el fin de evitar de que la radio nacional ofreciera una trascripción de la declaración del Presidente del Senado ante un juez, en relación con los sobresueldos de políticos del gubernamental Partido Popular.
Ahora resulta que en España y Francia se llama a los posibles conocedores e implicados en el escándalo y la canciller alemana, Ángela Merkel, “no perdona” al presidente Barack Obama, por mentirle cuando le afirmó que ella no figuraba entre los 35 jefes de Estado espiados.
Todo es un gran “paripé”, porque, subrayo, los socios espiados sabían que lo eran, como también Yahoo y Google, que afirman lo contrario, para “limpiarse” ante los millones de usuarios que confiaban en ellos.
Más serio para las naciones capitalistas industrializadas sería la vigilancia a las empresas comerciales competidoras de las norteamericanas, que siempre llegan “primero” al reparto del botín. Ahora se habla de generar legislaciones internacionales que impida lo que Estados Unidos hace contra todos y seguirá haciendo, sin dejarse interpelar al efecto, independientemente del país u organismo que lo haga.
Nada bueno se puede esperar de un Estado terrorista que dice combatirlo; que se burla, por ejemplo, de las fundamentadas y numerosas condenas de su bloqueo a Cuba, y que está convencido de que, como afirma el politólogo español Fernando Jáuregui, quien controle a más y mejores “hackers”, se estará haciendo con el control del mundo, y espeta:
“La privacidad y la intimidad de las personas individuales están en el fondo de una auténtica ‘guerra de las galaxias’ que enfrenta no solamente a los estados con sus ciudadanos, sino a las naciones más poderosas entre sí. Los casos de los espionajes masivos a particulares en Estados Unidos y el contencioso que enfrenta por el dominio de las redes de Internet, a Washington con Beijing y con Rusia como ‘espectador atento’, son meros indicios de la batalla que se está librando en los subterráneos”.
Las chapucerías de un presidente como Obama, quien se había presentado como adalid de las libertades y de los derechos humanos, le hace perder prestigio y credibilidad, y ofrece armas a quienes en la ultraderecha combaten la ejecución de su modesto programa sobre salud y el intento de hacer aprobar otro sobre inmigración, parte pequeña de las muchas promesas incumplidas a electores que le eligieron y reeligieron.

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