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Esperanzas vanas

18 de enero de 2016

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Detrás han quedado las afirmaciones de la cúpula militar sionista acerca de lo que consideraban la muerte del ejército sirio y la virtual desaparición del movimiento de resistencia libanés Hizbollah a manos de los terroristas del Estado Islámico y grupos afines, alimentados desde siempre por Turquía y el propio Israel, con la complicidad y el visto bueno de Estados Unidos.
Hoy no solo subsisten y se fortalecen los combatientes antiterroristas, sino que han aprovechado el apoyo militar de la aviación y logístico de Rusia para hacer retroceder al EI, cortar virtualmente su robo del petróleo sirio, que vendía a precios ínfimos a la familia presidencial turca; y liberar poblados tras poblados en provincias fronterizas del norte y sur.
Ello ha permitido la llegada de ayuda humanitaria a decenas de miles de civiles en las zonas de guerra recientemente liberadas, luego de ser víctimas del complot fraguado hace casi cinco años por Estados Unidos e Israel para deshacerse del gobierno antimperialista y antisionista de Bashar al Assad.
Se ha hecho frecuente que el EI no solo asesina a sus prisioneros, sino que, para dar ejemplo, decapita a numerosos integrantes de sus filas que tratan de escapar de la ofensiva del ejército sirio.
Aunque Estados Unidos pretende disfrazar su culpabilidad en la creación y ayuda al EI, pretendiendo por primera vez en un año hacer exitosa la acción aérea de la coalición que dirige –que incluyen ataques “por error” al ejército sirio-, no ha podido impedir que este golpée al EI en las provincias de Deir Ezzor, Alepo, Homs y Latakia, donde la logística turca había fortalecido a los terroristas, muchos de los cuales ayudo a trasladar a Israel para su atención médica.

 

NI DERROTA NI COLAPSO

 

Antes de que comenzara la ayuda pedida por Al Assad a Rusia, el Presidente había prometido seguir combatiendo y descartó la perspectiva de cualquier acuerdo negociado con los terroristas y sus mentores. “La palabra derrota no existe en el diccionario del ejército de Siria”, dijo, añadiendo que “colapso” no entra en las posibilidades.
En este contexto, y tras la llegada de la ayuda de Moscú, Siria confirmó que los grandes avances del ejército en la lucha contra el Estado Islámico se deben al apoyo de Rusia, cuya cooperación militar provocó el comienzo de la cuenta hacia atrás para la eliminación de los terroristas en el país.
No es posible comparar la victoriosa, cuidadosa y bien planeada operación militar rusa con la de la coalición liderada por EE.UU., cuyo único resultado fue una mayor extensión del EI.
Como se recordará, el 30 de septiembre pasado la aviación rusa inició los bombardeos de las posiciones del grupo terrorista, a petición de Damasco, mientras la coalición internacional de 65 países liderada por EE.UU. desde septiembre del 2014 decía que lo bombardeaba, sin coordinar con el gobierno de Al Assad y sin contar con el mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y sin resultados visibles de daños humanos y a la infraestructura del EI.
Lamentablemente, falta mucho por decidir en esta contienda que ya dura casi un lustro, pero ya las cosas son muy diferentes a las planificadas por los imperialistas, cuando hicieron detonar esta nueva injerencia e intervención en los asuntos de los pueblos, que ha costado la vida a cerca de un cuarto de millón de sirios y mantiene a varios millones desplazados fuera del territorio.

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