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Esperanza con Jokowi

12 de septiembre de 2014

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La intensificación de la lucha contra la corrupción y una mejor transparencia en el manejo de las cuestiones oficiales acompañan al nuevo presidente de Indonesia, Joao Widodo, más conocido como Jokowi, el primer mandatario que no tiene relación alguna con el ex dictador Suharto.
Ciertamente, es un personaje popular, gracias a su mandato de casi siete años como alcalde de Jakarta, durante el cual no permitió que miembro alguno de su familia estuviera implicado en los proyectos oficiales.
Así, fueron construidos modernos mercados y uno de antigüedades, y largas y amplias sendas peatonales; revitalizó los parques de Balekambang y Sriwedari, reguló el corte de árboles en las principales calles, mejoró obras de infraestructura dedicadas a la cultura y el turismo, promovió a la ciudad como centro de convenciones y mantuvo un estrecho contacto con sectores desfavorecidos, principalmente en improvisadas y sorpresivas visitas para escuchar sobre sus necesidades perentorias.
Jokowi, de 53 años, afirmó que construirá un nuevo gobierno con el objetivo de elevar la eficiencia de las actividades e impulsar la producción agrícola y pesquera, así como mejorar el sistema educacional y los servicios sanitarios.
El asesor de alto nivel y jefe del equipo de transición gubernamental de Widodo, Andi Widjajanto, informó que disminuirá de 34 a 27 los ministerios, entre ellos varios de nueva creación como el de Transporte Marítimo, para realizar su compromiso de desarrollar las bases infraestructurales del sector.
Enfatizó que el plan del nuevo mandatario pretende perfeccionar la calidad de los funcionarios y prevenir la corrupción mediante la reorganización del aparato administrativo y el retiro de trabajadores que no pasen las pruebas para elevar su nivel y habilidad, según los reglamentos, entre otros.
Según la agencia vietnamita de noticias VNA, se trata de un gobierno abierto, en el cual, los profesionales ocuparán el 70% de los cargos principales, y el resto será seleccionado de los candidatos presentados por los partidos de la coalición.
La elección de este musulmán fue acogida con alegría y esperanza por la Iglesia Católica Indonesia y por buena parte de la sociedad civil. “Su cercanía a los problemas de la gente, su ser simple pero eficaz, su modo de obrar, responden plenamente, ya sea a la doctrina social de la Iglesia, ya sea a los valores de nuestra Constitución. Espero que no cambie… “, dijo a AsiaNews el arzobispo de Jakarta y presidente de la Conferencia Episcopal indonesia, monseñor Ignatius Suharyo
El director de la Comisión interreligiosa de la Arquidiócesis de Semarang, Aloysius Budi Purnomo, subrayó que “no haya lugar en el país para nuevas violencias sectarias, y que bajo Jokowi se abra un nuevo camino para el pluralismo y la defensa de todas las religiones”.
Que con Jokowi se pueda abrir una nueva era en Indonesia, no debe hacer olvidar los esfuerzos del anterior mandatario, Susilo Bambang Yudhoyono, para dejar atrás años de malos manejos.
Tantos años de dictadura no podían ser dejados atrás de un plumazo, por lo que Susilo pudo eliminar parte de la corrupción e injusticia entronizadas en todas partes, e impidió pacíficamente la secesión de Aceh y de otras regiones del archipiélago.
“Hay corrupción e injusticia en todas partes. Nuestro marco legal es muy débil, el sistema judicial no funciona”, consideró, y bajo su tutela la nación comenzó a dejar la crisis económica, de tal manera que se levantó el rubro de las exportaciones, aun insuficiente.
No obstante, ha dejado buenas bases para ayudar a un presidente que cuenta con un amplio apoyo popular, que puede, si es consecuente, hacer emprender un rumbo nuevo y más alto a esa importante nación del Movimiento de los Países No Alineados.

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