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Escollos por vencer

14 de noviembre de 2016

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Decía ayer sobre la situación en Argentina (Pasos hacia la dictadura) el relevante papel que juega el odio, que es un “sentimiento inferior, mediocre y destructivo, peor incluso que el resentimiento y la envidia, porque cuando llega a una sociedad, suele quedarse, al no ser genético, sino cultural”.

Esto está sucediendo en Venezuela, por lo cual tiene aún mayor mérito que el gobierno haya podido sentar a la mayor parte de la oposición a dialogar, logrando asistencia internacional y accediendo a la petición contraria de que el Vaticano estuviera presente.

Ausentes están aquellos que promocionaron y no abandonan el intento de hacer nuevas “guarimbas”, donde hasta reciben el apoyo de la omnipresente “gusanera” miamense de origen cubano que viaja constantemente a Venezuela y varios de sus miembros han hecho residencia allí.

Espíritu de paz y claridad en sus planteamientos por el gobierno de Nicolás Maduro han hecho prevalecer cierto espíritu de conciliación en opositores de naturaleza dialogante, alejados al parecer de confrontaciones y derramamiento de sangre inútiles, como métodos de derrocar a la Revolución Bolivariana e incluso de imprecar un adelantado proceso electoral que no se aviene a la Constitución.

Pero independientemente de los resultados del diálogo pacífico, siempre edificante y optimista, aún subsisten graves escollos que conspiran contra la necesaria unidad del pueblo venezolano, blanco de lo objetivos imperialistas de dividir para vencer con la subversión del orden.

 

 

Nada de subestimación

Peor que las “guarimbas” es el papel organizador de los medios de información de la derecha, eso que llaman falsamente “periodismo independiente”

Antes el triunfo electoral y golpista respectivamente de la derecha en Argentina y Brasil este papel organizador había adquirido en los últimos tiempos ribetes francamente escandalosos.

Y hay que recordar el pasado reciente, cuando la reacción ante la oleada democratizadora puesta en movimiento con la elección de Hugo Chávez en 1998 no se hizo esperar, e intentó un golpe de Estado en el 2002, derrotado por la formidable respuesta de la población, que evitó el magnicidio y restituyó a Chávez en el poder. Luego de eso, también fue vencido el paro petrolero que tanto daño hiciera a la economía venezolana en el 2006.

Todo este tipo de cuestiones es aplicado enotras naciones latinoamericanas, pero Venezuela es un objetivo central que tieneel Imperio para lograr sus planes desestabilizadores.

Por eso hacemos hincapié en el arma comunicacional, tan difícil de atajar y que tanto daño hace cuando no se prepara ideológicamente a la población.

En esta “batalla de ideas”, emprendida por el Imperio antes que por la izquierda, el papel de los medios de comunicación, reitero, es de excepcional importancia. Es por eso que en una audiencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, un miembro informante del Pentágono decía que “en el mundo de hoy la guerra antisubversiva se libra en los medios, no en las junglas y selvas o en los suburbios decadentes del Tercer mundo. Ese es el principal teatro de operaciones.”

 

 

Algo más

Para torcerle el brazo a los conglomerados monopólicos se requiere algo más que ganar una batalla dialéctica. Es preciso impulsar con energía la aparición de nuevas voces desde el campo popular. La sola desmonopolización será insuficiente para democratizar a los medios, si las organizaciones populares de todo tipo siguen sin poder hacer oír su voz.

En este contexto señala el politólogo argentino Atilio Borón que democratizar a los medios requiere de gobiernos que garanticen la sustentabilidad financiera de esta batalla comunicacional, que es también una batalla económica y política crucial para el futuro de la democracia.

Al referirse a la labor que al respecto ha hecho desde hace once años Telesur, expresó que “no sólo estamos informados, cuando antes estábamos desinformados; sino que estamos bien informados, con periodistas que comparten nuestra cultura y nuestros sueños, que nos muestran lo que las oligarquías locales y el imperialismo no quieren que veamos o que sepamos”

El gran proyecto bolivariano, relanzado por Chávez y seguido hoy por Maduro, encontró en Telesur un instrumento singularmente valioso para acelerar su concreción y un arma muy potente, en esa artillería de pensamiento para librar con éxito la batalla de ideas que nuestro tiempo y el futuro nos reclaman.

Por eso es bueno recordar aquella sentencia notable de Tom Paine: “si a la mayoría de la gente se le niega la verdad y las ideas de la verdad, es hora de tomar por asalto la Bastilla de las palabras.” Ese es, sin duda, uno de los mayores desafíos con que tropieza la democracia en el mundo actual.

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