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8 de diciembre de 2017

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Muchos piensan que EE.UU. no atacará nuclearmente a la República Popular Democrática de Corea Norte, como su presidente, Donald Trump, ha amenazado repetidamente en su afán de impedir el desarrollo nuclear de la pequeña nación asiática, pero nada es imposible para un mandatario que acaba de violar todo tipo de convenios internacionales, al reconocer a Jerusalén como capital de Israel.

Cierto que las consecuencias desastrosas de ambos actos no tendrían las mismas proporciones, pero con Trump nada es lógico, y lo demuestra que no ha cesado de indagar en la esfera militar y científica de cómo podría destruir el Norte coreano, sin una réplica de Pyongyang.

En este contexto, el gobierno norcoreano ha advertido que “si el enemigo estadounidense se atreve a atentar contra nuestra nación… una voz superior de mando estará capacitada para ordenar el lanzamiento del arsenal nuclear existente sobre lo más querido de los imperialistas: su territorio continental”.

Trump, por su parte, insistió en que el “temerario y brutal régimen” norcoreano merece “una respuesta decidida”, y aseguró que está trabajando con Seúl y Tokio “en una serie de medidas diplomáticas, de seguridad y económicas” contra Pyongyang.

Todo ello pese a que el gobierno surcoreano, tal como había expresado durante la recenté visita de Trump, insistió en reducir la escalada de los ejercicios militares conjuntos, y eludió responder a preguntas sobre el porqué congeló el despliegue del escudo antimisiles THAAD, que Beijing ha considerado una seria amenaza para China.

Lo cierto es que los intereses chovinistas de gran potencia que auspiciaron la asunción del controvertido personaje han estado dispuestos a jugar hasta la última carta para llevar a Estados Unidos a la cúspide del dominio mundial, en detrimento incluso de sus aliados, sin importar las consecuencias que de ello se deriven.

Tal es así que, en una política de doble moral, dice auspiciar un diálogo con la República Popular Democrática de Corea, pero torpedea cualquier gestión que conlleve a propiciar la distensión en la península.

La política de sanciones y perenne amenaza de agresión han fracasado con una nación pequeña, pero con un gran desarrollo científico, que le ha propiciado poseer el arma nuclear y la continuación de un programa que, aunque no se divulgue mucho, tratará de llevar naves norcoreanas al espacio, incluso a la Luna.

Tanto Rusia como China se han opuesto a que se siga sancionando a Pyongyang por una política internacional agravada ante el empecinamiento de un Imperio que no quiere reconocer que un pequeño país esté dispuesto a enfrentar su poderío.

Así, el presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Consejo de la Federación de Rusia, Konstantín Kosachev, denunció la retórica bélica de Washington contra Pyongyang, enfatizó que Moscú no permitirá que EE.UU. haga experimentos cerca de sus fronteras, y advirtió que Corea Democrática no se quedará de brazos cruzados frente a una eventual agresión militar de Estados Unidos y sus aliados lo que “sería muy malo” para el mundo entero.

“Los líderes norcoreanos harán todo lo posible para protegerse de una interferencia exterior”. Si Pyongyang hace uso de “las posibilidades que tiene”, todo esto “terminará muy mal, no solo para la región, sino para todo el mundo, incluido EE.UU.”, reiteró.

El titular ruso considera que, en la crisis de la península coreana, Washington se siente “algo más cómodo”, dado que se encuentra “a una distancia geográfica significativa”, por lo que puede “permitirse el lujo de hacer experimentos”, pero que Rusia, debido a que comparte fronteras con la península de Corea “no puede permitir a EE.UU. ni a otros países que ocupan posiciones radicales aquí, que experimenten con Corea del Norte de este modo”.

A su juicio, Washington y sus aliados son responsables del aumento de la crisis coreana cuya solución, definitivamente, no es militar, y agregó que mientras EE.UU. y otros países sigan “hablando abiertamente de la posibilidad de intervención y derrocamiento del régimen que existe” en Corea del Norte, Pyongyang “seguirá desarrollando su programa nuclear”.

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