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Equivocación reiterada

18 de marzo de 2013

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No estamos en la década de los años 60 del pasado siglo ni cuando se produjo el derrumbe del campo socialista europeo y la desaparición de la Unión Soviética a principios de la década del 90, pero los planes de los gobiernos norteamericanos contra Cuba siguen siendo los mismos: derrocar a su gobierno e implantar aquí una colonia más tal si fuéramos Puerto Rico.
No puede sacarse otra conclusión del informe recién publicado por la Oficina de Auditoria del Gobierno de EE.UU. en el que se analizan los programas encubiertos del Departamento de Estado y la USAID para Cuba.
Se describe como ambas dependencias de Washington han empleado el dinero de los contribuyentes en financiar estrategias para el derrocamiento del gobierno cubano entre los años 1996 y el 2011.
Solo para “promover la democracia en Cuba” lo destinado fueron 205 millones de dólares  en ese período, y de ello un 87% fue desde el 2004 al 2011, es decir entre el segundo gobierno de George W. Bush y el primero de Barack Obama.
A esa cifra deben añadirse los cientos de millones empleados en financiar las transmisiones subversivas de radio y tv Martí, y los fondos presupuestarios entregados a la comunidad de inteligencia de Estados Unidos y otros.
Un papel destacado en esas acciones son los proyectos vinculados al uso de las tecnologías de las infocomunicaciones, la creación de blogs y la ampliación del uso de las redes sociales, vía Internet, según refiere el citado documento.
La divulgación oficial de este informe de la Oficina de Auditoría del gobierno de los Estados Unidos, nos hace recordar el llamado “Anexo secreto” para la Cuba soñada por Bush, parte de su “Plan para una Cuba libre”, el que, por cierto, sigue estando vigente en el gobierno de Barack Obama.
Al respeto el periodista norteamericano Tracey Eaton publica algunos fragmentos de ese anexo recientemente revelados por el investigador Jeremy Bigwood, donde se aprecia cómo el gobierno norteamericano se cree sus propias mentiras sobre Cuba y Latinoamérica. Su ausencia del sentido de la realidad quizás sea una razón para explicar su fracaso en acabar con la Revolución cubana y detener los procesos de cambio en el continente, asegura  el citado comunicador.
Uno de los acápites del “anexo secreto”  se refiere al “apoyo internacional a la sociedad civil y la planificación de la transición en Cuba” para lo que se destinan 9 millones de dólares; así como “la instalación de la Oficina del Coordinador de la Transición en Cuba”, para la que, por supuesto, se dedican otros tantos millones.
Y como los gobiernos de Washington, incluyendo el actual, creen que con dinero se resuelve todo, el plan de Bush destinaba 10 millones de dólares para apoyo directo a la oposición en Cuba, otros 10 millones para ampliar el alcance de la “sociedad civil”, once millones para “mejorar el formato y fortalecimiento  de las capacidades de dicha sociedad civil”, entre otros.
No olvidemos aquella declaración del entonces presidente de los Estados Unidos en el año 2003, George W. Bush de que “estaba preparado para el día feliz en que el régimen de Castro no exista más”. Tampoco olvidar lo dicho por Roger Noriega, entonces secretario asistente de Estado, quien resumió la opinión de la administración: “Los Estados Unidos … no aceptarán un escenario de sucesión.”
Incluso el  entonces secretario de Estado Colin Powell  publicó el primer informe al respecto en mayo de 2004. El tomo de 456 páginas mostraba que los funcionarios estadounidenses estaban planeando el futuro de Cuba hasta el último detalle.
Se trata, no existen dudas, de una política estancada desde los mismos primeros años de la década del 60 del pasado siglo cuando Estados Unidos dictaminó bloquear a Cuba para rendirla por hambre, pasando por una u otra administración —republicana o demócrata—  sin capacidad para salir del marasmo en el que se han varado, más que todo por la resistencia y el heroísmo del pueblo cubano, que ha emergido victorioso en su decisión de ser libres e independientes.

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