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Enquistamiento nazi

29 de septiembre de 2017

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Acertados los comentarios acerca de que el encumbramiento del nazismo en las recientes elecciones alemanas no constituye una sorpresa y sí un alerta para una derecha que eta vez no fue decisiva y puede recibir castigo en sus pretensiones de mantener una Europa unida, bajo la férula teutona, por supuesto,

En muchos sectores alemanes se experimentó la alarma de un resurgimiento que llevó a la cúspide a una Alemania causante de crímenes de lesa humanidad durante la Segunda Guerra Mundial, y  también alentaron expresiones como el del equipo de balompié Borrusia Dermont –fútbol y nazis no congenian– y demostraciones populares que calificaron de vergüenza que se cuadruplicara hasta el 13,66% la votación favorable al fascismo.

Alternativa para Alemania (AFD) superó los votos pronosticados en encuestas, que de todas formas le daban entrada al Parlamento como tercera fuerza política del país, solo aventajado por una Merkel que en esta cuarta victoria consecutiva no fue contundente (bajó del 41% al 33 % de los votos) y una socialdemocracia que sigue perdiendo electorado, al no tener una política propia, por lo que solo mereció la quinta parte de la preferencia electoral.

Las próximas semanas serán pues decisivas. Después, el primer momento crucial llegará en noviembre, cuando Alemania, Francia, España e Italia presenten una iniciativa conjunta para reformar la zona euro. Recién entonces los europeos sabrán si Ángela Merkel sigue siendo, como hasta ahora, un auténtico factor de estabilidad continental, por lo que hay que atender si las nuevas fuerzas de la ultraderecha boicotean tal pretensión.

Las perspectivas son peligrosas para una Europa que ya vivió señales claras del avance nazi en Francia y Austria, y ahora ve este en Alemania que, al entender de muchos analistas, tiene un fuerte basamento en el ejército, por lo cual es aún más peligroso.

Marco Neumann es médico y trabaja en uno de los cuatro hospitales militares que el ejército tiene distribuidos por Alemania. “Naturalmente todo el tema de Hitler está expresamente prohibido, pero eso es solo la punta del iceberg, porque luego hay otras cosas pertenecientes a la ‘tradición’, es decir, anteriores a la Segunda Guerra Mundial, que alguna gente ha adoptado o con las que está de acuerdo y que forman parte de su propio comportamiento”, relata.

Sobre cómo ha gestionado esta crisis la ministra de Defensa Ursula Von der Leyen, la segunda mujer más fuerte dentro del gobierno después de Ángela Merkel, no hay buenas perspectivas, porque se está preocupando mucho de su propia carrera política, y dentro del ejército no es muy querida, por lo cual no ha podido evitar la cuestión de los símbolos nacionalsocialistas y objetos encontrados en algunos cuarteles militares.

En una Universidad militar de Hamburgo se hallaron fotos del antiguo canciller Helmut Schmidt, pero vestido con el uniforme nazi en su época nacionalsocialista.

Mucho habrá que hablar y escribir sobre este tema, tan importante en esta nación y para el futuro de la Unión Europea, pero lo primero que hay que explicar es el encumbramiento de esta ideología. Y es que la derrota nazi viene desde fuera, y no por una oposición interna. Es sobre todo la existencia de la Unión Soviética la que acaba por superarlos, y ni siquiera en la fase más terminal de la guerra se ve a la clase trabajadora alemana organizarse contra el fascismo ya derrotado. Hitler muere por su propia mano en Berlín rodeado de tropas soviéticas, y no colgado por sus compatriotas.

Lo otro es que a pesar de haber librado la guerra más destructiva de la historia de la humanidad, las potencias imperialistas victoriosas no tardaron prácticamente nada en aliarse con los nazis derrotados frente a los soviéticos victoriosos. Las “purgas” en el aparato estatal hitleriano son mínimas, y el capital alemán recibió inyecciones fabulosas del extranjero para reconstituir la primera línea de defensa en Europa occidental ante la renovada amenaza socialista.

A pesar de décadas de bombardeo mediático sobre los horrores del nazismo, un gran parte del pueblo alemánsolo entiende cuestiones referentes al holocausto judío y el recuerdo de que se debe evitar el totalitarismo, y las referencias que recibe es que debe meter en el mismo saco al comunismo y el fascismo.

No es de extrañar que décadas después, y enfrentados a la mayor crisis capitalista desde 1929, las capas más altas del capital financiero se estén enfrentando de nuevo a esa misma dialéctica autodestructiva que les lleva a aupar a las fuerzas más reaccionarias, antes de verse ellas también devoradas por el monstruo que han creado.

Lo más preocupante, sin duda, es que esta vez no existe ningún bloque socialista que pueda plantar cara al fascismo, y no hay una izquierda interna que pueda darle su merecida muerte al nazismo que se está enquistando en Alemania.

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