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Enfrentando la mentira

1 de febrero de 2016

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Ecuador, sede de la más reciente cumbre de los estados latinoamericanos y caribeños (CELAC), es invadida por estos días del azuzamiento de una campaña para tratar de desprestigiar al presidente Rafael Correa, en la que surge la garra del monopolio Chevron, avalado por intereses imperialistas que tratan de castigar judicial e injustamente a Quito con el pago de una suma millonaria al ente estadounidense, cuando este es culpable de haber contaminado una enorme extensión de tierras aptas para la agricultura.
Tal campaña, como se puede apreciar, es francamente antinacionalista, respaldada por medios informativos al servicio del Imperio, que, según el Ejecutivo, no permanecerá impune, porque puede ser castigada con la Ley Orgánica de Comunicaciones, vigente desde hace cinco años, y que fue calificada por el portal del medio español La Haine como “una de las leyes más progresistas que existen en el mundo sobre el tema”.
En tal ocasión, expresé que todos deberían de beber de esta normativa, que la oposición había estado frenando desde el 2008.
Entre otras muchas cosas, contempla la pluralidad de voces y contenidos, garantiza el sostén financiero de los medios comunitarios, así como la libertad de expresión; prohíbe la censura previa, estipula la responsabilidad por lo publicado, el derecho a la rectificación y la réplica, y crea dos organismos responsabilizados por la aplicación de la ley.
Además de garantizar la difusión y acceso a la información de todos los sectores sociales, estipula que el 60% del contenido debe de ser reproducción nacional y condena el monopolio, en un momento en que el sector privado lucraba con el 85% de las actuales frecuencias.
También la campaña imperialista contra la Revolución Ciudadana, que propugna Correa, se acentúa cuando en estos momentos se ha ido acelerando el cumplimiento de una revolución en la agricultura, con el fin de cerrar el paso a monopolios y ayude a los agricultores a enfriar el planeta.
El desafío de Chevron ha entorpecido este proceso, pero nunca abandonado por el mandatario, quien ha emprendido la tarea de asegurar una reforma agraria y ganadera que enfrente y elimine la base del poder empresarial del agronegocio que explota inadecuadamente la tierra e impide el logro de una revolución en la agricultura que enfrente los cambios climáticos.
Se dice fácil, pero no lo es, y si nos remitimos a la lectura de anteriores intentos de reforma agraria que quedaron ahogados en un inmenso papeleo; nada bueno resultó para los pequeños agricultores, pero si para los latifundistas locales y empresas explotadoras internacionales.
No es el solo hecho de expropiar por expropiar, sino lograr que la agricultura de Ecuador sea sostenible, integral, en el sentido de que tenga todos los servicios, como sistema de riego, vías de acceso y servicios públicos adicionales, salud y vivienda, aspectos en los que es necesaria una gran inversión pública.
Es decir, no se tiene en cuenta la extensión de las tierras en manos privadas, sino que estén debidamente utilizadas, por lo cual sus propietarios no tienen que tener miedo a la reforma, aunque, no obstante, el gobierno no permitirá que se haga especulación de tierra, porque debe estar en manos de aquellos que necesitan empleo.
O sea, si el propietario no aprovecha las oportunidades que ofrece el gobierno para aumentar la productividad, la tierra tendrá que ser revertida a través de un proceso de expropiación, para que esa que no está siendo bien utilizada vaya a manos de alguien que sí la quiere hacer producir.
Recuerdo que en una conversación en la ciudad china de Shanghai con una colega venezolana del diario El Nacional -quien decía que no era antichavista-, esta se atemorizaba de que las extensas tierras de su esposo estuvieran en peligro, por lo que le recordé que solo las improductivas eran las que iban a ser expropiadas.
Y este es el mismo caso, porque el presidente Correa ha llamado a los propietarios de tierras improductivas para hacerlas producir o, en caso contrario, las expropiaría.
Por supuesto que todo se desenvuelve en un terreno lleno de obstáculos, sujeto a leguleyos que tratan por todos los medios de entorpecer una política necesaria para elevar la calidad de vida del pueblo, cuestión que deberá seguir siendo seguida, debido a su alto significado y ejemplo a seguir por otros gobiernos latinoamericanos que han emprendido el camino de la emancipación.

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