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En la unión está la fuerza

29 de octubre de 2020

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Transcurrían los primeros años de la década de los 90 del pasado siglo, cuando se produjo la caída del llamado campo socialista europeo —con muro de Berlín incluido— y se abrían momentos de incertidumbre y hasta de ablandamiento en una parte del movimiento de izquierda y los partidos comunistas, que durante décadas habían ejercido el poder en Europa del Este.

En el rápido proceso — y bajo concesiones políticas y resquebrajamiento moral— se echaron abajo instituciones de gran valía en el equilibrio de un mundo unipolar. Así desapareció, en lo económico, el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y en lo militar, el Tratado de Varsovia.

Se abrían las puertas de los otrora países socialistas para que la economía de mercado, el neoliberalismo, desempleo y la diferencia social, impusieran sus reglas allí donde hubo igualdad, protección, salud y educación, gratuitas y una economía planificada, con muchas deficiencias, pero inclusiva como el propio modelo que hacía del ser humano su principal actor.

Treinta años después, salvo correcciones en algunos países, el neoliberalismo ha hecho de muchos de estos estados, presas fáciles de penetración ideológica, relajación moral y sumisión total a intereses políticos foráneos.

Al mismo tiempo, una Rusia, heredera principal de lo que fue la Unión Soviética, y con líderes capaces y comprometidos con su pueblo, despertó del letargo a donde fue llevada por el impulso neoliberal occidental y emprendió una rectificación a tiempo y un desarrollo propio, identificando a sus verdaderos socios en la arena internacional y haciéndose respetar por su pujante poderío económico y militar.

Rusia hoy es otra y se ha ganado la confianza de amigos y el respeto de enemigos.

El liderazgo del presidente Vladimir Putin ha sido y es el sostén básico de una nación que a diario palpa los cambios para bien de sus habitantes y que se hace respetar en un mundo donde Estados Unidos trata de imponer el unilateralismo como forma de relación internacional y las concesiones y debilidades, ya empiezan a ser cosa del pasado.

En este proceso —largo, desafiante y de mucho valor—, la identificación de estados amigos, gobiernos afines, formas de desarrollo y colaboración necesarias, se presentan como la confirmación de ese vital axioma de que «en la unión está la fuerza».

Rusia y China, son, en este escenario, los dos pilares fundamentales para el multilateralismo. Y en ese vital empeño, la colaboración en todas las esferas, incluyendo la militar, garantiza el éxito de la colosal tarea.

La agencia de prensa Sputnik cita declaraciones de Putin en relación con una posible alianza militar de Rusia y China, en las que precisa: « Es posible imaginarlo todo, pero siempre hemos partido del hecho de que nuestras relaciones han alcanzado tal grado de interacción y confianza que generalmente no lo necesitamos. Pero teóricamente podemos imaginarlo» concluyó.

Por su parte, el portavoz de la cancillería del país asiático, Zhao Lijian, señaló que los ejercicios militares conjuntos demuestran «el alto nivel y la naturaleza especial de nuestras relaciones bilaterales». «No hay límite para la amistad tradicional China-Rusia y no hay áreas restringidas para expandir nuestra cooperación», agregó.

En opinión del investigador Li Yonghui  del Instituto para Rusia y Europa del Este de la Academia china de Ciencias Sociales, «el crecimiento demasiado fuerte de la tensión en las relaciones de ambos países con EE.UU y la transición de la confrontación al borde de un conflicto militar directo podría llevar a la creación de tal alianza militar».

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