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Empresas de la muerte

10 de noviembre de 2023

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Sí, por supuesto, esas empresas de la muerte son fundamentalmente norteamericanas, las cuales fabrican, venden, imponen mercados y trafican armas para surtir a ejércitos legales, ilegales o mafias.

Lo que queda de la guerra no es legal ni ilegal, ni público ni privado, porque es una mezcla de todo y los inversionistas saben recuperar con creces los montos invertidos, sobre todo cuando los países son débiles, de mala fama y empeñados en matarse por odio y por placer, en algunos casos.

Subrayo: las empresas con mayores ganancias or venta de armas son norteamericanas. Destacan Lockheed Martin, Boeing Raytheon, Northrop Grumman, United Technologies y otras compañas militares privadas, que proveen de equipamiento, asesoría, vehículos blindados, helicópteros, aviones y soldados en nómina que apoyan tropas, realizan labores de espionaje, vigilan y cuidan intereses del capital.

Estas y otras más son empresas de la muerte, a las que no le interesa, mejor dicho, no les irrita si hay narcotráfico, cultivos ilícitos, etcéteras, porque solo les interesa tener ganancias. La paz nunca será su aliada.

 

EE.UU. Siempre el más beneficiado

Resulta lógico entender que, con la intensificación de la belicosidad y la sensación de enemigos peligrosos en todas las esquinas, el primer beneficiado es Estados Unidos, por el poderío que ejerce en la carrera armamentista y el eje mediático que lo acompaña.

Y es que podrá aproximarse al pleno empleo, al seguro la fórmula de que, a más guerras, más trabajo, más ingresos, más producción y más estabilidad interna.

Pero hay una salvedad: las guerras deben hacerse fuera del territorio estadounidense y de uno que otro aliado, como Gran Bretaña.

Con guerra afuera, habrá oferta interna de empleado para satisfacer el interés de hasta el último de los estadounidenses que se consideren de pura sangre, es decir ario, e incluso servirá para reforzar la explotación de trabajo carcelario, aunque sea forzado entre racismos y odio contra los empobrecidos del mundo.

La era nuclear y la amenaza atómica completan el cuadro de expansión del terror, que años atrás reportó logros como que Japón rompiera su promesa de no tener ejército y que Alemania se metiera en la lógica de superioridad, que para mal le traerá el recuerdo de su responsabilidad en el holocausto.

Y todo en beneficio de esas empresas bien llamadas de la muerte.

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