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El TIAR: un moribundo sin cura

6 de febrero de 2014

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Seis años después del ataque militar colombiano contra territorio de Ecuador, bajo pretexto de eliminar un campamento insurgente, y que tuvo el apoyo de Estados Unidos, el gobierno del presidente Rafael Correa confirmó su salida del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.

El presidente Correa firmó el decreto que desvincula a su país con ese tratado de defensa militar, una reminiscencia de la Guerra Fría y del anticomunismo propalado por Washington y que se convirtió en una amenaza contra los pueblos y gobiernos progresistas y revolucionarios del continente.

Recientemente el ejecutivo ecuatoriano reclamó a Estados Unidos por la consabida participación de la Agencia Central de Inteligencia y otros organismos de seguridad del imperio, en aquel ataque del 1 de marzo de 2008 en Angostura, donde murió el segundo al mando de las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP).

Ahora el jefe de Estado de la nación sudamericana, que encabeza la Revolución Ciudadana, estampó su firma en el documento que oficializa el corte de todos los nexos y obligaciones con el TIAR, al cual Correa calificó de anacrónico.

“Ecuador denuncia en todos sus artículos el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR)”, indicó la cancillería en un comunicado, añadiendo que la misma se hará efectiva después de años de que se la notifique a la Organización de Estados Americanos (OEA).

Afirma el pronunciamiento de Quito que tal decisión “constituye un paso más hacia la construcción de una doctrina continental de seguridad y defensa, adaptada a la realidad del mundo contemporáneo y al servicio de los objetivos de la construcción de un orden mundial más justo y equitativo y del fomento de las relaciones pacíficas entre los Estados”.

Ecuador ratificó el TIAR en 1950, justo cuando Washington insuflaba el anticomunismo para contraponerlo a la Unión Soviética y al nuevo campo socialista que se iba fortaleciendo en Europa, tras la victoria contra el fascismo.

Resultada todo un contrasentido que las repúblicas latinoamericanas conveniaran un tratado de seguridad con Estados Unidos, la potencia que más había intervenido militarmente en el continente con invasiones a Cuba, Haití, Nicaragua, y luego contra República Dominicana.

El TIAR es un “instrumento obsoleto al servicio de intereses hegemónicos, nunca sirvió para la defensa de nuestros países, sino para agredirnos”, consignó en Twitter el canciller ecuatoriano Ricardo Patiño.

El propio titular del Exterior refirió que ese pacto con Washington “no evitó la agresión británica a Argentina en 1982″, durante la guerra por la soberanía de las islas Malvina. En realidad ocurrió todo lo contrario. Estados Unidos incumplió sus obligaciones contraídas en el TIAR de defender a los países del hemisferio de una invasión extracontinental.

El Reino Unido contó con toda la información, apoyo y colaboración de su aliado en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La ex potencia colonial, Inglaterra, y la potencia imperial capitalista, Estados Unidos, se aliaron entonces contra Buenos Aires.

El presidente Correa ha dicho que el TIAR quedó herido de muerte tras ese conflicto, pero yo agregaría que comenzó a morir cuando Estados Unidos, la Nicaragua de Somoza, la Guatemala tras el derrocamiento de Jacobo Arbenz, y otros gobiernos títeres, apoyaron la invasión por Playa Girón contra la Revolución Cubana.

También en el comunicado de su Cancillería, Ecuador recordó que en junio de 2012, en una asamblea de la OEA en la localidad boliviana de Tiquipaya, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Venezuela acordaron marginarse del TIAR, lo que también han hecho México y Perú.

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