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El terrorismo no ceja contra Cuba

12 de mayo de 2014

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Pocos días después de que la Casa Blanca volviera a incluir a Cuba en su unilateral lista de países patrocinadores del terrorismo, en La Habana se anunciaba la detención de un comando procedente de Estados Unidos que pretendía ejecutar actos violentos en la isla.
Se confirmaba, otra vez, el doble rasero con que el gobierno estadounidense se ocupa del asunto, en particular cuando de agredir a Cuba se refiere, incluidas las injustas condenas contra los Cinco.
Los planes de atacar instalaciones militares cubanas, confesadas por los encartados, bajo la la dirección de Santiago Álvarez Fernández Magriñá, Osvaldo Mitat y Manuel Alzugaray, residentes en Miami y con un largo prontuario de acciones violentas contra Cuba, reafirmaban la impunidad con que estos personeros se mueven en Florida.
Los cabecillas del complot tienen estrechos vínculos con el connotado terrorista Luis Posada Carriles, cuya extradición es reclamada a Estados Unidos por Venezuela y Cuba.
Carriles es uno de los principales responsables por el derribo de un avión de Cubana de Aviación en 1976 y de la muerte de sus 73 ocupantes, entre pasajeros y tripulantes.Es el Gobierno de los Estados Unidos el que emplea el terrorismo de Estado como un arma contra países que se oponen a su dominación, utiliza métodos repudiables como la tortura y emplea tecnología militar avanzada, incluidos los aviones no tripulados, para ejecutar extrajudicialmente a supuestos terroristas, incluso ciudadanos estadounidenses, y han causado además numerosas muertes de inocentes entre la población civil.
Así afirma un comunicado del Minrex, y añade que nuestro país “ por defender su independencia y dignidad, sufrió durante décadas las consecuencias de actos terroristas, organizados, financiados y ejecutados desde el territorio de los Estados Unidos, con un saldo de 3 478 muertos y 2 099 discapacitados.
La declaración adelantó que “se realizarán las gestiones pertinentes con las autoridades estadounidenses competentes para investigar estos hechos y evitar oportunamente que la actuación de elementos y organizaciones terroristas radicados en ese país pongan en peligro la vida de personas y la seguridad de ambas naciones”.
Sin embargo, la historia da cuenta de la impunidad que gozan en Estados Unidos estos personeros, muchos de ellos vinculados a la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Mientras Washington mantiene a tres antiterroristas cubanos tras las rejas, cumpliendo largas condenas por monitorear estos aprestos contra la isla, Posada Carriles fue exonerado por la justicia estadounidense y Fernández y Mitat cumplieron corta sentencia en 2009 por almacenar centenares de armas y municiones en el sur de la Florida.
“Esta corte reconoce que el objetivo final de los señores Álvarez y Mitat ha sido siempre una Cuba libre y democrática”, dijo antes de dictar sentencia el juez federal James Cohn.
Ambos formaron parte de la tripulación de la embarcación, El Santrina, que llevó ilegalmente a Luis Posada Carriles al sur de la Florida a principios de 2005.
En el juicio celebrado ese año se rehusaron a brindar testimonio contra Posada, por temor a que las autoridades lo acusaran de ayudar a un terrorista a ingresar ilegalmente a los Estados Unidos. Un cargo de esa índole conlleva una posible sentencia de 35 años de prisión.
Por el contrario, el antiterrorista cubano Gerardo Hernández recibió dos cadenas perpetuas más 15 años precisamente por tratar de impedir las acciones violentas de Carriles y Fernández desde territorio de Estados Unidos.
Cual paradoja, Fernández Magriña disfruta de su residencia legal en Estados Unidos, donde fue uno de los fundadores de la organización terrorista, Alfa 66. Bajo comando de esa organización atacó en 2001 un pequeño poblado de la provincia de Villa Clara, en el centro de la isla.

Ese propio año participó en el ametrallamiento de la localidad costera de Boca de Samá, al norte de la oriental provincia de Holguín, ataque en el que perecieron dos civiles y una niña cubana resultó gravemente herida y discapacitada.
También resultó importante cómplice de Posada Carriles en el fallido atentado contra el presidente Fidel Castro durante la X Cumbre Iberoamericana en Panamá en 2000, lo cual fue denunciado por el propio jefe de Estado cubano en la capital istmeña.
La historia se repite, como la inclusión por trigésimo segunda vez de Cuba en la lista espúrea con la que la Casa Blanca justifica cada año su fracasada y criminal política de bloqueo y agresiones a la nación caribeña.

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