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El sucio soporte del Tío Sam

4 de junio de 2021

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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prohibió este viernes 4 de junio el contacto de 59 empresas norteamericanas con cualquiera de China, especialmente la compaña Huwei, a la que acusa de utilizar a EE.UU. para mejorar el poderío castrense de la nación asiática, luego de argumentar que en su período de gobierno nada ilegal se hará a sus espaldas.

Triste desempeño de un gobierno del que se esperaba una política más inteligente que la practicada por el anterior, sin que se vislumbre una mejora en el ámbito económico de Estados Unidos, independientemente de la actual pandemia de la COVD-19.

Ni una palabra del mandatario sobre los grandes bancos e instituciones financieras estadounidenses, porque son el soporte del poderío global de EE.UU., mediante sus operaciones de blanqueo de dinero y de gestión de fondos extranjeros de origen ilegal.

Y en lo que respecta a la legalidad o no de las acciones bursátiles en las que navega EE.UU., para mantener su poderío económico, Biden no toca ni con el pétalo de una flor el desempeño fuera de lo legal del instrumento más utilizado por la banca estadounidense para mantener a flote la economía imperialista, y en la que aumenta la importancia del llamado dinero blanqueado.

Según un ex directivo de un banco comercial, Antonio Geraldi, el monto del dinero ilegal que entra en los bancos norteamericanos superan los 500 000 millones de dólares, más que los ingresos netos de todas las compañías de computación de los Estados Unidos y, por supuesto, sus beneficios.

Esas entradas anuales sobrepasan todas las transferencias netas realizadas por las principales compañías petrolíferas y militares y las fabricantes de aviones. Los mayores bancos de EE.UU. —Bank of America, J.P. Morgan, Chase Manhattan y en particular Citibank— obtienen un alto porcentaje de sus beneficios bancarios de los servicios prestados a estas cuentas de dinero sucio de origen criminal.

 

DETRÁS DE LA FACHADA

Washington y los mass media presentan a Estados Unidos como el paladín de la lucha contra el narcotráfico, el blanqueo de dinero y la corrupción política; una imagen correspondiente a un país de manos limpias que combate el dinero negro proveniente del Tercer Mundo o de los países del bloque ex socialista.

La verdad es exactamente lo contrario. Los bancos estadounidenses han desarrollado una sofisticada gama de métodos de transferencia de fondos ilegales hacia EE.UU. y para su inversión en empresas legítimas o en bonos del Tesoro, lo que los legitima.

El Congreso norteamericano ha celebrado numerosas audiencias y elaborado detallados informes sobre las prácticas ilícitas de los bancos; aprobado leyes y exigido un más riguroso cumplimiento de las mismas por las autoridades bancarias de supervisión y de los banqueros privados. Sin embargo, los principales bancos continúan con sus prácticas y las sumas de dinero negro crecen exponencialmente, debido a que ni el Estado ni los bancos tienen la voluntad ni el interés de poner fin a unas prácticas que proporcionan pingües beneficios y sirven de respaldo a un imperio que de otro modo sería frágil.

Lo primero que cabe destacar del negocio de blanqueo de dinero, sea éste de origen criminal o corrupto, es que lo practican los más importantes bancos de Estados Unidos. En segundo lugar, que las prácticas de sus directivos implicados en el blanqueo de dinero cuentan con el respaldo y el estímulo de las más altas esferas dentro de las instituciones bancarias, es decir, que no es obra de empleados que actúen por su cuenta.

Este punto resulta evidente en el caso del blanqueo por el Citibank de la fortuna de Raúl Salinas (hermano de un ex presidente de México), por un total de 200 millones de dólares. Tras la detención de Salinas y el descubrimiento de su saqueo a gran escala de fondos gubernamentales, su banquero particular en el Citibank, Ami Elliott, manifestó a sus colegas que “este asunto llega hasta el más alto nivel del banco; están al corriente los peces más gordos. Nosotros somos los peones del asunto.”

Citibank, el primer blanqueador de dinero, es el mayor banco de EE.UU., con 180 000 empleados en todo el mundo, distribuidos en 100 países, 700 000 millones de dólares de depósitos conocidos y más de 100 000 millones de particulares en cuentas secretas; y realiza operaciones de banca privada (gestión de cartera de inversión) en más de 30 países, lo que lo hace el de más presencia global de todos los bancos norteamericanos.

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