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El retroceso de Netanyahu

7 de julio de 2020

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Sorpresivamente, el primer ministro del estado sionista de Israel, Benjamín Netanyahu, anunció el aplazamiento de la anexión del Valle del Jordán (Cisjordania) que había fijado con gran fanfarria y prepotencia para el día 1ro. de julio como fecha límite para la aplicación de la ilegal medida expansionista, que pretende desconocer y sellar definitivamente cualquier aspiración palestina para el regreso a sus tierras usurpadas e incluso a la ceración de dos estados independientes en igualdad de condiciones y derechos.

Como es conocido, el denominado “Acuerdo del Siglo” (más bien el engaño del siglo) suscrito unilateralmente entre el régimen de Trump y el vapuleado gobierno de Netanyahu se propuso ser4vir de base a la arbitraria anexión por la fuerza, que ignora y despedaza todos los acuerdos bilaterales, convenios internacionales y resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -algunas de ellas con el voto favorable de anteriores gobiernos estadounidenses-, que se habían adoptado al respecto con el fin de favorecer en algún momento la solución del tan llevado y traído “problema palestino” y la ocupación sionista, que es en definitiva la causa matriz de toda la compleja situación del Medio Oriente.

Mucho se ha escrito y opinado acerca de las posibles causas del abrupto retroceso de Netanyahu y el aplazamiento aun sin fecha fija de las medidas anexionistas que concretarían el ilegal acuer5do con Trump y ambos buscaban imponer al resto de la humanidad, incluida la Organización de Naciones Unidas, que presenciaría impotente -una vez más-, semejante fechoría, violadora de todos los principios jurídicos y morales que deben regir las relaciones internacionales, incluida la Carta de Naciones Unidas.

Tras las recientes elecciones en el estado sionista, el régimen de Trump logró conformar allí un “gobierno de unidad” que incluyen al principal partido opositor, Azul y Blanco, y que el cargo de premier fuese compartido con dos años iníciales para Netanyahu y los dos restantes para el líder opositor Eddie Grantz quien hasta esos momentos apoyaba la anexión de Cisjordania pero ahora no se muestra tan convencido.

Todo parecía transcurrir en un lecho de rosas, -al menos en lo interno,- cando Azul y Blanco se distanció del acuerdo y lo privó de ese apoyo fundamental. A ello se unió el unánime repudio internacional, que incluyó al secretario general de la ONU, a la Unión Europea, a la Liga Árabe y hasta el Papa Francisco, colocando así a la medida anexionista en el más absoluto aislamiento.

Nada puede verse, en este caso, ajeno a las pretensiones reeleccionistas de Donald Trump en Estados Unidos y a sus cálculos acerca de la influencia mayor o menor que pudieran tener la anexión y sus conflictos en cuanto al voto y el financiamiento judíos, tan necesarios siempre en los procesos electorales del país imperial.

Si Trump no se siente obligado a acompañarlo hasta el final, puede afirmarse que el corrupto Netanyahu está fracasado, caerá en el mayor de los ridículos y descrédito y concluirá de ese modo los malabarismos que han caracterizado a su azarosa carrera política.

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