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El regreso de Fujimori

21 de abril de 2016

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De ganar la candidata Keiko Fujimori, lo más probable en la segunda vuelta de las elecciones peruanas, no solo volvería al poder el apellido familiar, sino la funesta historia de crímenes y corrupción en que se vio sumida la sociedad de esa nación, y por lo cual cumple merecida pena su padre, quien gobernó el país entre 1990 y 2000. Aunque favorita por ganar ampliamente la primera vuelta, la candidata por el partido Fuerza Popular deberá volver a enfrentarse con Pablo Kuczynski, representante de la agrupación Peruanos por el Cambio, aunque gane quien gane el poder quedará en manos de la derecha.
Como gobernante, ella no sería la persona más indicada para llevar adelante los cambios que necesitan los peruanos, como señalaran recientemente más de 70 escritores, la “sociedad necesita renovar a sus políticos y las viejas prácticas que hacen permanecer a la corrupción y la mentira como formas de gobernar, y porque creemos en la democracia, por eso la defendemos de los viejos poderes que la quieren seguir usando para su provecho personal y de quiénes la destruyeron y ahora la vuelven a poner en riesgo”.
El mensaje de los intelectuales peruanos, radicados en Perú y en el exterior, quienes apoyaron en la primera vuelta a la candidata del Frente Amplio, Verónica Mendoza, no fue capaz de influir en los votantes, quienes llevan a segunda vuelta a la hija de Fujimori y a Kuczynsk, no menos defensor de las políticas neoliberales que tanto daño hicieron a la ciudadanía.
No obstante seguir siendo la más favorecida por las encuestas, se acentuó en contra de Keiko el avance de un fuerte movimiento ciudadano, especialmente integrado por jóvenes, quienes la repudian por considerar que ella continuará el gobierno de mano dura que llevó a cabo su padre durante una década.
Situaciones como esta, donde el voto popular lleva al poder a quienes finalmente los vuelven a colocar en situaciones extremas, demuestran el interés de los políticos de la reacción y del imperio para que los ciudadanos hagan borrón y cuenta nueva, y solo piensen en el futuro, olvidando como en el caso peruano, el funesto papel de su padre como gobernante, quien desde las rejas evidentemente soñará con el tan deseado indulto que evite cumplir lo larga condenada a la que fue sancionado.
La Fujimori se siente segura, sobre todo porque sigue contando con una buena cantidad de recursos que dan origen a públicos cuestionamientos, pero que le permiten garantizar la propaganda necesaria para mantener su influencia entre los electores, aunque ella y su proyecto político se cuestionan y será repudiado por una jornada nacional de marchas y protestas antes de la segunda vuelta.
Sea ella, o su contrincante, el que llegue al poder, se mantendrá la política neoliberal que se desarrolló en Perú, sobre todo a partir del momento que el país se integró el Pacto del Pacífico junto a Chile, Colombia y México, proyecto que respaldan los Estados Unidos como forma de contraponerse a la integración regional que en los últimos años se ha llevado a cabo en el Cono Sur y en toda América Latina y el Caribe.

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