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El peligroso negocio de meter miedo

17 de abril de 2017

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Los más recientes acontecimientos ligados a las peligrosas aventuras bélicas de Estados Unidos nos lleva a creer en la activación de varias aristas que pueden llevar desde la explotacióndel armamento bélico como cuestión indispensable para mantener viva la economía capitalista basada en la guerra, o la asunción de posturas que lleven a hacer creer a sus enemigos que están dispuestos a utilizar todo tipo de amenaza para mantener su status quo dominante.

Así, el aún trepidante lanzamiento de una bomba de mil toneladas sobre Afganistán y la todavía reciente agresión misilística que destruyó una base aérea en Siria pudieran ser muestras de ello.

En el primero de los casos, este tipo de artefactos ya había sido empleado en mayor medida en zonas vietnamitas, principalmente para destruir túneles y exterminar a la población que pudiera ayudar a los combatientes contra la ocupación estadounidense.

En el segundo de los casos, se ha elevado la tensión con Rusia a un nivel tan peligroso, que la República Popular China ha llamado a la contención, con el fin de evitar cualquier tipo de conflicto.

Cierto es que se han producido recientes contactos entre las cancillerías de ambas naciones, lo cual de por sí deja algún beneficio, pero esto queda opacado, por la posterior acción norteamericana de lanzar esa bomba de diez toneladas (la propaganda occidental la llama “La madre de las bombas”) en una región de una nación tan pobre como Afganistán.

El pretexto imperialista era el de vengar la muerte de un soldado estadounidense que estaba luchando contra el Estado Islámico, grupo terrorista que fue auspiciado, organizado y entrenado por varias inteligencias occidentales, entre ellas la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.

En cuanto a la confrontación con Rusia, la cual, como citamos, trata de evitar China, Estados Unidos pretende, entre otras cosas, seguir reanimando el sector bélico, al que siempre ha acudido para aliviar sus problemas económicos.

Pero, al mismo tiempo, hace creer que Estados Unidos puede jugar con todos, incluso Rusia, porque es capaz de hacer y deshacer en cualquier parte que se le antoje, lo cual se hace extremadamente peligroso anteuna nación que tiene todos los recursos disponibles para responder a cualquier tipo de agresión.

En vez de agradecer, como estimaron congresistas norteamericanos, la ayuda de Rusia a Siria para combatir el terrorismo que devasta a ese país árabe desde hace seis años, Estados Unidos lidera una coalición que aparentemente combate al terror, pero que ha sido virtualmente obsoleta durante sus dos años de falsa actuación, y es por eso, por falsa.

La intervención militar de Moscú en Siria impidió la sustitución del presidente de Siria, Bashar al-Asad, por extremistas takfiríes, y evitar que se repitieran los ejemplos de Iraq y Libia, que llevaron el país a una situación caótica.

Se esperaba que la asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos llevara a un relajamiento de la tensión con Rusia, tal como anunció desde que era candidato, pero hasta ahora no ha sido así.

Ello se hace hoy indispensable, cuando se conoce que es peligroso el negocio de meter miedo.

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