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El peligro de un error de cálculo

9 de abril de 2013

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Terminada la II Guerra Mundial y creada la República Popular Democrática de Corea en el territorio del norte de la península y Corea del Sur, en la otra parte, al parecer quedaban resueltos los problemas de confrontación, cuando fundamentalmente estos eran avivados por las potencias foráneas.
Pero tales pretensiones se encontraron, en 1950, con la dura realidad de una guerra que enfrentó a las dos Coreas a una y otra parte del Paralelo 38, escogido como línea divisoria de ambas naciones.
Aquella contienda evidenció que detrás de los intereses de la parte sur estaba Estados Unidos, país que movió cientos de miles de sus militares y los medios de guerra más modernos de esa época, y se hizo cargo de la conflagración al alto costo de casi dos millones de coreanos muertos y heridos y la destrucción del 85 por ciento de la infraestructura de Corea del norte.
La mediación china y rusa evitó una catástrofe mayor, a la vez que obligó a Washington a reconocer el derecho de la parte norte a que las tropas invasoras se retiraran al sur del Paralelo 38 y quedara registrada mutuamente la existencia de los dos estados.
Duró tres años aquella guerra y el Pentágono, con el pretexto de velar por la seguridad de Corea del Sur, instaló sus bases militares en ese territorio, llevó hasta allí decenas de miles de sus soldados y armamentos y comenzó con ello a cumplir su verdadero propósito: tener un puesto militar y de inteligencia de avanzada en esa parte de Asia para sus planes mayores respecto a la República Popular China y Rusia.
A su vez, Moscú colaboró con Pyongyang en la adquisición de armamentos. Similar colaboración ha brindado China, con lo que la República Popular Democrática de Corea ha constituido un sólido bastión de defensa a su soberanía, a la vez que se hizo de la bomba nuclear con ensayos exitosos.
Vale recordar que unos años después de que concluyera la Segunda Guerra Mundial, Corea del Norte se declaró socialista en 1948, mientras el Sur se desarrollaba bajo el paraguas de los Estados Unidos.
La etapa posterior a 1953 puede caracterizarse como de relaciones inestables entre las dos coreas, y de maniobras provocativas por parte de Washington.
En no pocas oportunidades ha estado a punto de estallar otro conflicto en la zona, mientras Estados Unidos, además de mover hacia la península coreana sus más modernos medios de guerra y muerte, ha presionado y logrado en el Consejo de Seguridad de la ONU, la adopción de sanciones contra los norcoreanos encaminadas a cercar cada vez más a ese Estado independiente.
Solo durante el gobierno de Clinton en Estados Unidos, se pudo apreciar un respiro pacífico cuando se prestó atención a los reclamos de la república Popular Democrática de Corea y se suspendieron los ejercicios militares que cada año ha desarrollado el Pentágono en esa península.
Pero George W. Bush no solo rompió aquel pacto, sino que incrementó la presencia de tropas y medios norteamericanos en la zona, incluyendo medios portadores de ojivas nucleares.
Corea del norte, al verse cada vez más amenazada, no se ha dormido en los laureles y ha fortalecido su preparación militar a la par con su desarrollo económico.
Al respecto, a finales del pasado año Pyongyang un puso en órbita un satélite que dijo ser para investigaciones geográficas, pero que Estados Unidos condenó a tal punto que la ONU se pronunciara con nuevas sanciones.
El actual mandatario norteamericano, Barack Obama, no solo ha continuado la política agresiva de Bush, sino que ha subido las tensiones con el traslado a Corea del Sur de los más sofisticados aviones de guerra con ojivas nucleares, submarinos atómicos y otros medios.
El actual gobierno de la República Popular Democrática de Corea ha visto tales maniobras norteamericanas como el preludio de una agresión a su país, y ha adoptado decisiones  que tensan aun más el conflicto y lo pueden llevar a una guerra nuclear de impredecibles consecuencias.
Corea puede ser la chispa que encienda la mecha del polvorín mundial en una zona donde viven 5 000 de los 7 000 millones de habitantes del planeta tierra.
Hasta hoy, solo el Complejo Militar de Estados Unidos ha salido favorecido de este escenario bélico, pues vende más armas modernas y costosas que son pagadas por los contribuyentes norteamericanos, cada vez más afectados por una crisis económica, social y sistémica de grandes proporciones.
El mundo clama, en esta peligrosa encrucijada, por la reflexión, el diálogo, fundamentalmente a los gobiernos norteamericano y norcoreano, en  la búsqueda inmediata de soluciones de paz; y que la ONU juegue su verdadero papel y no el de alinearse con el imperio agresor e imponer más sanciones que solo afectan a la población de Corea del norte.

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