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El patrón de la mentira

31 de mayo de 2018

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El tema relacionado al patrón que se crea a través de la mentira, resulta tan amplio y extendido que es muy difícil resumirlo en uno u otro ejemplo.

Sin embargo, a la hora de explicarlo o tratar de hacerlo, en realidades recientes, como la de que el uribismo, tendencia política relacionada con los paramilitares colombianos que tantas muertes causan, resulte privilegiado con el voto popular en los actuales comicios presidenciales, hay que buscar razones muy vinculadas con el patrón mediático creado a favor de ese partido, en detrimento de otros movimientos políticos e, incluso, de quienes apuestan por que llegue a Colombia la paz anhelada y nunca alcanzada.

Ocurre lo mismo cuando se quiere explicar el porqué del llamado descenso de gobiernos de izquierda en América Latina, aparejado con la arremetida de administraciones neoliberales en Argentina, Chile, Brasil, Paraguay y otros.

La implantación mediática de una “verdad” contraria a las aspiraciones sociales y el devenir político de gobiernos de izquierda, ha estado acompañada –¡y de qué forma!– por la manipulación de esos procesos y la aplicación de sanciones económicas desde Estados Unidos que, con toda fuerza, impactan en los sectores más vulnerables de la población.

Ahora es Nicaragua el centro de esa formación de una matriz contraria al sandinismo y para ello se acude a métodos violentos que enlutan a la población.

En América Latina los ejemplos son muchos y como fuente de opinión en todos los casos se alza el uso de los grandes medios de comunicación junto a las empresas transnacionales y otros sectores de  las oligarquías locales que aplican con toda su fuerza las medidas que sean necesarias para no perder el poder.

Allende los mares recordemos cuando se trató de justificar el lanzamiento de cohetes y la intervención militar estadounidense contra Siria, bajo el manto mediático de las armas químicas.

El arsenal mediático y militar, salido este último de los grandes consorcios dedicados a las guerras y las muertes, se encargó de hacer creer a la comunidad internacional que Siria usaba armas químicas en su guerra contra el terrorismo.

Luego, con todas las evidencias y los testigos opinando, se supo que era un montaje preparado y escenificado desde Washington para justificar su accionar bélico contra la nación árabe.

Pero cuando se divulgó la realidad, ya no eran los grandes medios sino los pequeños, independientes o de matices progresistas, y esos no llegan a la misma cantidad de receptores y lectores que las grandes agencias, televisoras y periódicos alimentados con el patrón del mal.

El propio secretario de Defensa estadounidense confesó que Washington no tenía evidencias sobre la supuesta utilización de armas químicas por parte del ejército sirio y más tarde, en la Corte Penal Internacional, los testigos del show montado por la administración Trump, aparecieron ante las cámaras de televisión y otros medios para explicar cómo fueron usados en aquel terrible acto que para nada tenía que ver con las armas químicas.

Pero ya Trump había ordenado que 59 misiles Tomahawk cayeran sobre instalaciones sirias y mataran a decenas de personas.

Sin embargo, hoy nada reportan los grandes medios sobre el fomento de grupos terroristas del Estado Islámico en zonas sirias, donde operan las tropas norteamericanas, ni de los efectos de los continuos bombardeos de la aviación de Estados Unidos, dirigidos principalmente contra efectivos del ejército sirio.

¡Qué decir entonces del reclamo urgente del legítimo gobierno de Siria que exige la salida de las tropas estadounidenses acantonadas ilegalmente  en su país!

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