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El parto de otro Bolsonaro

2 de diciembre de 2019

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Mientras Carlos Mesa, desde la oposición boliviana, se lanzó al ruedo electoral y alcanzó unos 600 000 votos menos que Evo Morales, Luis Fernando Camacho, empresario que preside el Comité Cívico de Santa Cruz, encabezó —con una biblia en la mano— las campañas contra Evo Morales hasta que fue sacado del poder por un golpe de estado.
Ahora se le conoce como el «Bolsonaro boliviano» y acaba de confirmar lo que siempre negó: su aspiración a ser presidente del país, para lo cual acaba de lanzar su candidatura.
Soy de la opinión que, salvo confiados ilusos, la jugada estaba clara desde un primer momento. No hizo campaña para ser presidente en los comicios, donde estaba seguro que Evo sería el ganador; se dedicó a incendiar las calles bolivianas y crear el caos y la ingobernabilidad en el país, y ahora reaparece con aspiraciones presidenciales, las que siempre tuvo pero se sabía perdedor.
En río revuelto Camacho sale a pescar, incluso antes de que se sepa si el opositor derechista Carlos Mesa, vuelva a lanzar su candidatura para las elecciones, que deben convocarse para el año 2020.
La víspera, en una carta enviada a los directivos del Comité Cívico de Santa Cruz que él preside, dio las «gracias a la firmeza del pueblo, y sobre todo a la fe en Dios».
Plantea la propuesta de «crear un nuevo proyecto de país», de seguro entregando los recursos nacionalizados a empresas privadas y extranjeras, y desmontando todos los programas sociales emprendidos durante el gobierno de Evo Morales.
No olvidemos que Evo es un humilde indígena y Camacho un oligarca ambicioso que trata de ascender a la cima con una biblia en la mano.
Al renunciar a su cargo como presidente del Comité pro Santa Cruz, dijo que lo hacía «por un anhelo aún más fuerte, el de ser presidente de Bolivia».
Su supuesta fe religiosa y la constante evocación a Dios lo califican como «el Bolsonaro boliviano». Tal alias le viene como anillo al dedo, pues, hasta ahora, todo su historial de los últimos meses está cargado de acciones y propósitos racistas, de odio a la población indígena y con el único propósito de llegar al poder para tener más millones de dólares.
En sus últimas declaraciones se refirió directamente al presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera, a quienes, dijo, no quiere verlos gobernando a Bolivia.
Esta realidad, en la que se dan la mano posiciones oportunistas, racistas y de extrema derecha, tendrá que exponerse ante el pueblo boliviano, que a la hora de ejercer su voto, quizás no peque de ingenuo y luche porque no le arrebaten las conquistas políticas, económicas y sociales, alcanzadas por el gobierno de Evo Morales.
Bolivia ha parido otro Bolsonaro y ojalá sea el último en esta arremetida derechista contra nuestros pueblos.

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