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El papel de Honduras en la estrategia imperial

11 de diciembre de 2017

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Honduras es un pequeño país centroamericano, de no muy grandes dimensiones ni grandemente poblado. Tampoco tiene extraordinarias riquezas en recursos minerales, como serían yacimientos de petróleo o gas. Cuenta con abundancia maderera que explotan unas pocas familias acaudaladas.

Honduras, sin embargo, juega un importante papel en la estrategia militar imperial con respecto a América Latina y el Caribe que se controla desde el Comando Sur radicado en Miami, Estados Unidos, donde se encuentra hoy tras su salida de la Zona del Canal de Panamá.

Desde el año 1981 fue establecida en la región hondureña de Palmerola la base militar de Soto Cano, aparentemente subordinada a la fuerza aérea de este país –que es la mayor y mejor equipada en Centroamérica–, pero que en realidad es una base estadounidense, con todos los requisitos y componentes que debe contar una instalación de este tipo.

Ella sirvió como importante punto de apoyo operacional y logístico durante la guerra sucia contra la Revolución Popular Sandinista de Nicaragua en aquella década y desde entonces se ha convertido en un enclave militar privilegiado de las fuerzas armadas yanquis en el corazón de la región, expresando una evidente influencia política.

Situada a 97 kilómetros de la capital Tegucigalpa, cobija a la Fuerza de Tarea Conjunta “Bravo”, que como su nombre lo indica reúne a varios componentes de las fuerzas armadas yanquis listas para actuar.

Como se recuerda, a esta base fue inicialmente conducido secuestrado el presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, cuando fue derrocado por el golpe militar de 2009. Allí hizo una extraña escala el avión que finalmente lo trasladaría a San José de Costa Rica.

En Palmerola hacen escala también, las aeronaves militares de Estados Unidos que vuelan hacia y desde Sudamérica, convirtiéndose en un importante punto intermedio y de constante trasiego de hombres y equipos.

Resulta obvio, por tanto, que los devaneos políticos internos de Honduras no son ajenos a esta condición de enclave militar privilegiado del Pentágono yanqui y en especial de su Comando Sur, y que harán todo lo posible por evitar el regreso al gobierno de ese pequeño país de una Administración que tenga en cuenta principios como la soberanía y la independencia, poniendo la solidaridad con sus hermanos centroamericanos por encima de los dictados de Washington.

Ahí está, a nuestro juicio, la esencia de lo que hoy se dirime en Honduras, una presa estratégica que el imperialismo hará todo por retener.

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